CRIMINAL | jihope

Treinta y cuatro

Jimin empujó al muchacho a la habitación de interrogatorios que en realidad era uno de los sótanos del hotel de Van ya que si utilizaban la sala de interrogación de la policía sería muy sospechoso para los oficiales. 

Jongho tomó asiento en la silla detrás de la mesa mientras que Jimin y Jungkook tomaban asiento frente a él. Namjoon y el resto de los muchachos estaban tras ellos listos para escuchar cualquier cosa que el dijera.

—Habla mocoso, no dejes nada.

—Y-Yo...—suspiró intentando hacer que los temblores se fueran.

—Jongho, respira hondo y tranquilízate, no podremos ayudar si tú no ayudas, necesitamos saber que es lo qué pasó con Hoseok —habló calladamente Jungkook.

El muchacho asintió y respiro hondo nuevamente para recapitular todo lo que le sucedió y poder contarlo.

—Estaba buscando un empleo, mi madre acababa de caer gravemente enferma y en casa ya hacíamos todo lo posible, así que envié curriculums, entraba a negocios rogando por un lugar, no tuve suerte, sin embargo una noche que salía de un local alguien me arrastró a un auto y era él, el hijo de Kobyeong, me lo dijo en cuanto subí y me ofreció un empleo.

Las lágrimas descendieron por sus mejillas. Apretó sus rodillas nervioso y lleno de culpa por haber aceptado aquel empleo en ese momento.

—Acepté de inmediato, ni siquiera dejé que me explicara, yo sólo necesitaba un empleo, estaba feliz de que alguien me daría la oportunidad.

Jimin apretó su mandíbula al escuchar su historia.

—Me dio los detalles al día siguiente y quise renunciar en cuanto me dijo que debía seguir a Jung Hoseok, que lo siguiese, lo vigilara, le enviase fotos de donde estuviera o a dónde fuera —murmuró entristecido.

—¿Intentaste renunciar?

—Cada vez que lo veía intentaba dejar el empleo, pero amenazaba con dejar de pagar el tratamiento de mi madre —sollozó— no podía dejarla morir por mis idioteces, así que continuaba trabajando, conseguí empleo en su florería cuando Huening Kai fue despedido, pero aún quería renunciar, no podía seguir.

—¿Que sabes de su plan?

—Quiere deshacerse de él —murmuró— dijo que se metió con algo que era suyo y que debía pagar.

—Maldito hijo de puta —gruñó Jimin.

—El día en el que el señor Hoseok se fue con ustedes, esa noche sería la noche en la que moriría, se supone que debía retenerlo en caso de que no asistiese, pero decidí irme, no quería que el señor Hoseok sufriese de esa manera por mi culpa.

—Ahora mismo está sufriendo por tu culpa —murmuro Jimin.

—Lo se, el día en el que lo secuestrarían le había pedido que me llevara a casa para evitarlo, aún así no pude hacerlo —mencionó con un hilo de voz— le juro señor Jimin, le juro que no quería hacerlo, no sabía de que era ese empleo yo lo necesitaba y cuando quería renunciar no podía —lloriqueó.

Soltó un golpe a la mesa para encaminarse a la salida del sótano y azotarla en cuanto salió. Soltó un grito desesperado mientras comenzaba a patear cajas llenas de espuma protectora, tumbó una que otra pila de cajas y finalmente cayó de rodillas en el suelo mientras respiraba agitado después de su rabieta. Los sollozos ahogados comenzaron a resonar y Jimin se encontraba llorando. La impotencia, rabia, enojo y tristeza se estaban acumulando en su cuerpo desde que se enteró que Hoseok había sido secuestrado y finalmente sus emociones estaban explotando en ese momento. La incertidumbre de no saber que le ocurría o dónde estaba. El miedo de lo que podría pasarle. La culpa por haberle fallado en no protegerlo.