VEINTINUEVE

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Okoye la guió fuera del Quinjet y se dirigieron a prisa a un auto con Teela al volante

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Okoye la guió fuera del Quinjet y se dirigieron a prisa a un auto con Teela al volante. Atravesaron calles abarrotadas de gente y se quedaron estancadas por unos minutos en el tráfico. Aún así, no les tomó demasiado tiempo llegar a un hotel.
Sarah no necesitó verlo prolongadamente para notar lo lujoso que era. Le dieron una habitación y Okoye le sugirió que pidiera algo para comer. Cuando Sarah se quedó sola se tumbó sobre la cama y empezó a reflexionar.

¿En que se había metido realmente?

Aún seguía convencida de que seguir a T'Challa había sido buena opción. Sin embargo, le pareció inverosímil como hace tan solo unas horas, había estado en su departamento de Boston. Recordó la comida china que había dejado sobre la barra de la cocina y que ahora seguramente se echaría a perder.
El pensamiento de la comida le abrió el apetito y levantó el auricular de la habitación para ordenar algo de comer. Miró el brazalete de perlas Kimoyo mientras esperaba y después respondió los mensajes que su madre le había enviado pidiéndole una explicación. Le dijo la verdad a medias, contándole que había viajado con T'Challa sin especificar el porque.

Oyó golpes en la puerta de su habitación y se levantó a recibir la comida. Salió al balcón y comió en silencio mientras contemplaba la cuidad. Casi soltó una risa al caer en cuenta de que se encontraba en Bucarest, nunca había estado entre sus planes visitar Rumania y tampoco imaginó hacerlo.
Pero era un lugar muy bonito, y quizá de haber sido otra ocasión le habría sugerido a T'Challa dar un paseo por la cuidad y conocerla, pero no ahora. Porque cuando volviera ya habría matado a un hombre, y no creyó que se sintiera con ánimos para tal cosa.

Volvió a la habitación y encendió el televisor. No entendió una palabra de lo que decían y aunque en la parte posterior había subtítulos legibles, no le costó mucho trabajo llegar a la conclusión de lo que estaban proyectando.
Había una larga fila de patrullas que iban muy cerca una de la otra. No podía verse quién iba dentro y Sarah tampoco entendió la razón de la caravana. Supuso que simplemente, el mundo estaba volviéndose loco.

La puerta de su habitación se abrió de golpe haciéndola sobresaltarse. Okoye entró con rapidez mientras vociferaba.

— ¡Le pedí una sola cosa!— gritó mientras entraba de lleno a la habitación y agitaba un teléfono celular —¡Quedarse bajo la máscara! No había ninguna dificultad en eso. Ahora tendrá que acompañar a la policía, y quién sabe cuántos lo hayan visto — tomó una larga bocanada de aire y en un segundo retomó su sería postura —Por ahora, tenemos que correr, lo llevarán a Berlín.

Sarah no necesitó más y salió a toda prisa de la habitación. Más tarde pediría explicaciones. Recorrieron el camino de regreso hasta llegar al Quinjet. Y Okoye aumentó la velocidad; Durante el vuelo Sarah aprovechó para cambiarse; Se quitó la vieja camiseta con el estampado de una de sus bandas favoritas y la sustituyó por una enteramente negra y más ajustada. Se quedó con el pantalón azul claro de tiro alto y se quitó las botas y se puso unas zapatillas negras; Le pareció un atuendo más adecuado para salir corriendo, en caso de ser necesario, otra vez.
Volvió al asiento junto a Okoye y preguntó

KINGDOM; T'Challa UdakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora