DIECISÉIS

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Había pasado un mes desde el beso de T'Challa y Sarah

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Había pasado un mes desde el beso de T'Challa y Sarah. Aunque para ellos habían sido únicamente cuatro citas más; T'Challa la visitaba los fines de semana y pasaban todo el tiempo que podían juntos. Tanto el príncipe como Sarah organizaban sus actividades reduciéndolas a los días de la semana únicamente. Eso les dejaba libre los fines de semana para las citas.

Aunque T'Challa la llamaba todas las mañanas para desearle un buen día y realizaban una videollamada durante el trayecto de Sarah del dormitorio a las aulas. La chica no podía evitar ansiar el fin de semana para poder abrazar al Wakandiano. Sarah tenía claro que la distancia era un impedimento gigantesco para poder iniciar su relación, pero ambos se las habían arreglado para poder sobrellevarlo, e incluso T'Challa había conocido a Maia en una de las videollamadas y parecían haberse caído bien.

Por primera vez Sarah se descubrió así misma no quejándose de la situación, o los limitantes que está tenía. En vez de eso, disfrutaba exactamente tal y como habían sucedido las cosas, por más extrañas que hubieran sido.

***

Sarah se tambaleó en un desnivel que la calle tenía y que la nieve había cubierto. Se sujetó justo a tiempo de una señal de alto y soltó un sonoro suspiro, habría sido una caída dolorosa. Observó su antigua calle una vez más y siguió andando, rezando a cualquier Dios para que su padre estuviera en casa.

Por supuesto que tenía que haberlo llamado primero.

Llegó a la pequeña casa azul marino que había sido su hogar hasta la universidad y metió la llave en la cerradura; meditó antes de girarla, su padre no la esperaba y lo menos que quería era darle un susto. Alargó la mano y presionó el timbre, después de que el sonido retumbó en la casa giró la llave y abrió la puerta.

Johnatan Benson estaba en la mitad del corredor cuando ella entró por completo, y Sarah pudo echarle un buen vistazo. Lo observó acercarse y le alegró ver que lucía joven y sano.

— ¡Sarah! — dijo con gusto abriendo los brazos en su dirección

La chica devolvió el abrazo con fuerza.

— ¿Por qué no me dijiste que vendrías?

— Quería darte una sorpresa — sonrío y se descolgó el bolso — Sé que  juegan los Patriots hoy así que traje empanadas de ese restaurante argentino al que solíamos ir — alzó la bolsa papel que llevaba

Johnatan sonrío y se dirigió a la cocina con Sarah siguiéndole. Tomaron un par de platos y se sentaron en el enorme sofá marrón frente al televisor, aún quedaban quince minutos para el partido.

— ¿Cómo está el instituto cariño? — preguntó su padre partiendo una empanada — ¿Sigue igual de agobiante o se ha puesto peor?

Sarah se río — Nos acercamos a los finales papá. Y por supuesto todo se ha vuelto peor

El asintió — No puedo creer que mi niña esté a un semestre de terminar la carrera universitaria

Se formó un leve nudo en el estómago de la chica. Su padre tenía razón, solo le quedaba un semestre más en el MIT y después de lo sucedido, no tenía idea de que haría para poder titularse. Su padre notó la expresión de la chica y preguntó

— ¿Te preocupa estar cerca de terminar? Es normal sentir que no estás lista para el mundo laboral cariño

— No es eso — de reojo observó que el partido comenzaba — Estoy bien

Comieron en silencio mientras veían el partido. Su padre hacía comentarios sobre las jugadas y Sarah miraba continuamente el marcador para saber quien iba a la cabeza. Se había vuelto una fanática del futbol americano debido a tantos días que había pasado con su padre.

Durante su infancia vivió con ambos padres, cuando entró a la secundaria fue cuando se divorciaron y Sarah iba de una casa a otra. En la preparatoria su madre conoció a Robert y comenzó a viajar demasiado debido a su trabajo. Sarah no quiso seguirles el ritmo y pasó los tres años restantes viviendo enteramente con su padre hasta la universidad. Era una suerte que su padre aún viviera en Massachussets y ella pudiera visitarlo con facilidad.

En el medio tiempo, el teléfono fijo resonó por la casa, su padre hizo a un lado el plato y se levantó

— Debe ser Bill — dijo refiriéndose a un compañero de trabajo — Apostamos esta mañana y seguramente quiere restregármelo

Ella río y se dedicó a responder los mensajes de T'Challa que tenía pendientes. Después, le dio un vistazo a la sala, su padre no había cambiado nada desde que ella se había mudado. Incluso aun conservaba en la esquina, la fotografía de Sarah cuando había perdido su primer diente de leche, su padre la tenía rodeada y ambos sonreían; El parecido entre ambos era evidente, Sarah había heredado sus ojos y su carácter y eso había causado peleas con su madre y complicidad con su padre.

Cuando Johnatan volvió a la sala se desplomó sobre el sofá y giró hacia ella

—¿Por qué no me cuentas lo que te tiene tan tensa cariño?

Sarah no necesitó insistencia. En cuanto terminó el partido le contó a su padre lo que había sido su vida los últimos meses, lo sucio que Michael le había jugado y como eso la había llevado a conocer a T'Challa. Su padre puso bastante empeño en el último, comenzó con reprenderla por haber seguido al traficante a la parte de atrás del bar, y continuó haciendo todo tipo de preguntas sobre el Wakandiano.

— ¿Y quieres salir con el?

Sarah sonrío y asintió — Estamos llevándolo con calma. Pero si, me agrada mucho la idea

— Bueno — sonrío Johnatan — Si lo vuelves oficial, a su debido tiempo, me gustaría conocerlo. Pero por ahora ¿Qué te parece si cocinamos algo?

KINGDOM; T'Challa UdakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora