Volver a la rutina de antes en la que volvía del trabajo y lo único que encontraba era una habitación vacía, ahora una casa, fue difícil, se volvió un problema que no sabía cómo solucionar porque no podía rogarle a Lionel ni a ninguno de mis amigos que dejarán sus hogares solo porque el mío se sentía solitario y triste.
No quería acostumbrarme al silencio ni mucho menos a no compartir la cama, a no escuchar su risa todos los días, a tener que mirar series y películas yo sola, tampoco quería desayunar, almorzar, merendar o cenar sin su compañía. Quería mi rutina de antes, la que tenía hacía apenas dos semanas. Extrañaba vivir con mi amigo y eso se volvía cada vez más obvio para mí, aunque no tanto para él.
Lo cual es súper loco porque cuando recién me mudé con él estaba asustada y tenía miedo de que esa convivencia espontánea terminará arruinando nuestra hermosa amistad de años, y la primera semana estuve muy paranoica con eso hasta que me convencí de que ninguno de los dos iba a permitir que eso pasará. Y el tiempo me demostró que estaba equivocada, que me preocupé por nada.
Sin embargo, por mucho que lo extrañaba, sabía que él necesitaba su espacio y yo seguir con mi independencia y no volverme dependiente de nadie a esta altura de mi vida. Así que intenté buscar algo para hacer cuando ese silencio se volvía molesto.
Me permití pensar y reflexionar sobre ciertas decisiones que había tomado, no me arrepentía, creía ciegamente que vivir el momento era mejor que estar toda una vida pensando en lo que pudo ser y en lo que se pudo hacer.
Mi filosofía me había llevado hacer muchas de las cosas que jamás se me cruzaron por la cabeza, pero también a vivir a pleno la vida que tenía y no lamentarme por nada ni nadie, algo que me había ayudado muchísimo a crecer y aprender nuevas cosas.
Pero... me di cuenta de que últimamente no había aplicado eso a mi vida. Me arrepentía de algo, de no moverme y no hablar cuando fue necesario porque ahora la cabeza me daba vueltas con eso, era algo que sin querer hacerlo llegaba a pensarlo más de una vez al día. Le daba mil vueltas sin saber muy bien lo que podía hacer ahora, encararlo y pedir explicaciones estaba entre mis opciones, pero como no éramos más que unos extraños fingiendo ser amigos no creía tener mucho derecho a eso, aunque si lo miraba de otro lado si la tenía porque a pesar de lo atípico de la situación nuestro juego seguía en pie y esa para mí era suficiente.
-Sabru ¿Me podés guardar esto? - me preguntó mí tío interceptándome en la entrada de mi casa con dos cajones de cerveza que me estaban tentando a pesar de la hora que era.
-Sí, sí. Pasa - le dije abriendo rápido la puerta del pasillo - ¿Te ayudo a....?
-No, deja que ahí viene Lau y me ayuda.
Asentí antes de adelantarme para subir las escaleras y abrir la otra puerta.
-¿Querés dejar un par en la heladera para que estén bien frías para la noche? - le propuse acercándome a mi heladera vacía - hay bastante espacio.
Mi tío se río.
-Ya veo - comentó mirando el interior de ella.
Mi semana laboral había terminado y con el caos que fueron mis últimas semanas no me había dado tiempo de ir al supermercado para reponer todo lo que me hacía falta, pero estaba en una de mis cosas por hacer... mañana porque hoy, viernes, mis planes eran dormir toda la tarde para poder disfrutar a pleno de la noche. Una que iba a ser diferente a las anteriores porque estaba lejos de disfrutarla con todos mis amigos como acostumbramos, está estaba reservada para celebrar el cumpleaños de uno de mis tíos que no pudimos hacer durante la semana por el hecho de que todos trabajan al día siguiente.
-Quiero traer a alguien - me comentó mi primo cuando su papá se fue.
-¿A un amigo? - pregunté distraída, acomodando las botellas para que no se cayeran.
-A una chica, Sabru - me respondió con obviedad.
-¡Ay! ¿A quién?¿Es tu novia? - indague emocionada con la idea.
-Estamos saliendo, no sé si novios es la etiqueta que nos pondría.
-Bueno, pero van en serio ¿No? Digo, sino no la traerías a conocer a la familia.
Lo vi encogerse de hombros.
-Es complicado - suspiró frustrado.
-Como todo, en realidad.
-Sí ya sé, pero qué sé yo, es el cumpleaños de mi papá y no sé si da traerla.
-¿Cuál es el problema?- le pregunté sin dar muchas vueltas, como él lo estaba haciendo-. Según vos, claro.
-Es mayor que yo - me confesó.
-¿Qué tan mayor?
-Dos años. Tiene dieciocho.
-Ay, no es tanto. Por tu cara pensé que salías con una vieja - lo molesté.
-Tengo limites, prima - me aseguró.
Me encogí de hombros. Nunca se sabia con él.
-¿Crees que a mi viejo le joda? - me preguntó y noté cierto nerviosismo en su voz.
-¿Qué estés con alguien que te guste lo suficiente como para que quieras traerla para que la familia la conozca? No, dudo que le joda tu felicidad.
-Te hablo en serio, boba.
-Y yo también, si te hace feliz no tiene porqué joderle a nadie y mucho menos a tu papá que lo único que quiere es verte bien.
-Sí, capaz tenés razón y me estoy haciendo la cabeza por nada.
-Es que es eso primito, te haces tanto por nada. Eso sí, lo único que te voy a pedir es que no hagas algo que no quieras solo porque ella te lo pide - le pedí mirándolo a los ojos, con seriedad -la edad puede ser solo un número, pero ella puede llegar a esperar ciertas cosas de vos, y capaz pensas que por eso tenés que hacerlo.
-Ninguno de los dos obliga a hacer al otro algo que no quiere - me aclaró. Suspiré aliviada - ella no es una mala influencia, sino todo lo contrario.
-Bueno, mejor - dije acercándome a él - ahora mostrame una foto de ella, quiero ser la primera en conocerla.
Estuve un rato mas con mi primo hablando sobre su novia, viendo las fotos que tenían juntos y molestándolo acerca de lo adorable que se veía en ellas, hasta que se fue para seguir durmiendo y yo aproveché para dormir y descansar de la nochecita pesada que había tenido para despertarme ocho horas después, ducharme e improvisar algo con lo poco que tenia para poder alimentarme y no morir de hambre.
Busque mi teléfono con la intención de preguntarle a mis amigos a qué hora tenían planeado llegar y también si iban a quedarse a dormir para así preparar todo, pero apenas lo desbloquee este vibró sobre mi mano con la llegada de nuevos mensajes de él, y eso provocó que me exaltara al punto de ponerme un poco nerviosa y que mi corazón latiera con más fuerza que de costumbre.
Brandonn.acv2: ¿Podemos hablar? Por favor, Sabrina.
Brandonn.acv2: Por faaaaaaaaaaa.
Brandonn.acv2: Y no te jodo más. Promise.
ESTÁS LEYENDO
El chico de Instagram
RomanceElla no lo recordaba en lo absoluto. Él no podía sacársela de la cabeza. Un comentario y un mensaje en Instagram fue lo que le dio lugar a que algo entre ellos comenzara, una buena amistad que poco a poco fue evolucionando, volviéndose lo que ello...