No sabía si lo que prometía Bruno era cierto, pero desde que había empezado a cocinar hace unos diez minutos o tal vez un poco más no había dejado de alardear -como era de esperarse -sobre lo buen cocinero que era y como el mundo amaba al mil por ciento todo lo que él preparaba. Y por mundo yo entendí que, seguramente, se trata de su familia y amigos, lo cual no me garantizaba nada porque tranquilamente podían mentirle y decirle que lo hacía bien cuando no era así. Aunque eso sería algo cruel.
Pero esperaba que sus palabras fueran ciertas y no termine la noche con una intoxicación o un horrible dolor de estómago.
-Si te sale bien te voy a invitar seguido -le dije sin dejar de verlo caminar de un lado al otro buscando lo necesario para preparar la comida, después de haberle indicado dónde encontrar cada cosa.
-¿Te vas a aprovechar de mí?
-Sí te sale bien, sí.
Si podía ahorrarme la parte de tener que preparar la comida y pasar directamente a comerla, no iba a desaprovecharla en lo absoluto. Sin embargo, nada hasta el momento me garantizaba que Bruno sea tan bueno en la cocina como alardea ser o que el desastre que estaba dejando en mi cocina valdría la pena.
-En otras circunstancias me quejaría de que me quieras usar, pero como sé que solo buscas otra excusa para verme más seguido, te voy a seguir el juego -dijo en tono serio y tan creído como siempre, girándose un poco para verme.
Lo miré incrédula, sin poder creer todavía lo engreído que era y la seguridad que tenía cuando hablaba.
-¿Yo soy la que busca excusas para verte? -cuestioné sin dejar de mirarlo a los ojos.
Lo vi alzar un poco la comisura de sus labios en una sonrisa ladeada mientras sus ojos se llenaban de diversión.
-Qué ¿Acaso soy yo el que te busca? -replicó.
-Sí.
Bruno soltó una carcajada y negó con la cabeza.
-Nada que ver, sos vos la que me busca todo el tiempo.
-Ay ¿qué decís nene? Yo no te busco todo el tiempo -le dije sin perderme ningún gesto que hacía.
Me crucé de brazos y bajé un poco la cabeza para intentar disimular la sonrisa que se habían formado en mis labios cuando su expresión se tornó seria y su ceño se frunció.
-¿Me vas a negar que vos me pediste que viniera hoy?
-Obvio, porque no te lo pedí -le contesté sabiendo que eso no era del todo cierto.
-Me tiraste una indirecta, la entendí perfecto y te dije lo que los dos queríamos, pero porque vos lo insinuaste primero -señaló dejando a un lado el bowl que sostenía para acercarse a mí y apoyar sus manos sobre la mesada a cada lado de mis piernas acorralándome -¿O acaso estoy mintiendo?
-Si, estás mintiendo -lo acusé.
-Ah ¿sí? - murmuró a escasos centímetros de mi boca y me fue imposible no bajar mi vista para mirarla.
La boca de Bruno era algo que me gustaba bastante de él porque sus labios eran carnosos y por alguna razón me llevaban siempre a querer besarlo.
Asentí antes de acercarme con la intensión de deshacerme de esos pocos centímetros que nos separaban y así volver a probar su boca, sin embargo, cuando rocé sus labios Bruno retrocedió y me miró con cierta diversión y malicia mientras su sonrisa se ensanchaba. Entonces entendí que jugar con él no era tan fácil y que no era ningún boludo como para no darse cuenta de que con nuestra conversación solo buscaba molestarlo tanto como era posible para divertirme.
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El chico de Instagram
RomanceElla no lo recordaba en lo absoluto. Él no podía sacársela de la cabeza. Un comentario y un mensaje en Instagram fue lo que le dio lugar a que algo entre ellos comenzara, una buena amistad que poco a poco fue evolucionando, volviéndose lo que ello...