Capítulo 28

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No sabía si lo que prometía Bruno era cierto, pero desde que había empezado a cocinar hace unos diez minutos o tal vez un poco más no había dejado de alardear -como era de esperarse -sobre lo buen cocinero que era y como el mundo amaba al mil por ciento todo lo que él preparaba. Y por mundo yo entendí que, seguramente, se trata de su familia y amigos, lo cual no me garantizaba nada porque tranquilamente podían mentirle y decirle que lo hacía bien cuando no era así. Aunque eso sería algo cruel.

Pero esperaba que sus palabras fueran ciertas y no termine la noche con una intoxicación o un horrible dolor de estómago.

-Si te sale bien te voy a invitar seguido -le dije sin dejar de verlo caminar de un lado al otro buscando lo necesario para preparar la comida, después de haberle indicado dónde encontrar cada cosa.

-¿Te vas a aprovechar de mí?

-Sí te sale bien, sí.

Si podía ahorrarme la parte de tener que preparar la comida y pasar directamente a comerla, no iba a desaprovecharla en lo absoluto. Sin embargo, nada hasta el momento me garantizaba que Bruno sea tan bueno en la cocina como alardea ser o que el desastre que estaba dejando en mi cocina valdría la pena.

-En otras circunstancias me quejaría de que me quieras usar, pero como sé que solo buscas otra excusa para verme más seguido, te voy a seguir el juego -dijo en tono serio y tan creído como siempre, girándose un poco para verme.

Lo miré incrédula, sin poder creer todavía lo engreído que era y la seguridad que tenía cuando hablaba.

-¿Yo soy la que busca excusas para verte? -cuestioné sin dejar de mirarlo a los ojos.

Lo vi alzar un poco la comisura de sus labios en una sonrisa ladeada mientras sus ojos se llenaban de diversión.

-Qué ¿Acaso soy yo el que te busca? -replicó.

-Sí.

Bruno soltó una carcajada y negó con la cabeza.

-Nada que ver, sos vos la que me busca todo el tiempo.

-Ay ¿qué decís nene? Yo no te busco todo el tiempo -le dije sin perderme ningún gesto que hacía.

Me crucé de brazos y bajé un poco la cabeza para intentar disimular la sonrisa que se habían formado en mis labios cuando su expresión se tornó seria y su ceño se frunció.

-¿Me vas a negar que vos me pediste que viniera hoy?

-Obvio, porque no te lo pedí -le contesté sabiendo que eso no era del todo cierto.

-Me tiraste una indirecta, la entendí perfecto y te dije lo que los dos queríamos, pero porque vos lo insinuaste primero -señaló dejando a un lado el bowl que sostenía para acercarse a mí y apoyar sus manos sobre la mesada a cada lado de mis piernas acorralándome -¿O acaso estoy mintiendo?

-Si, estás mintiendo -lo acusé.

-Ah ¿sí? - murmuró a escasos centímetros de mi boca y me fue imposible no bajar mi vista para mirarla.

La boca de Bruno era algo que me gustaba bastante de él porque sus labios eran carnosos y por alguna razón me llevaban siempre a querer besarlo.

Asentí antes de acercarme con la intensión de deshacerme de esos pocos centímetros que nos separaban y así volver a probar su boca, sin embargo, cuando rocé sus labios Bruno retrocedió y me miró con cierta diversión y malicia mientras su sonrisa se ensanchaba. Entonces entendí que jugar con él no era tan fácil y que no era ningún boludo como para no darse cuenta de que con nuestra conversación solo buscaba molestarlo tanto como era posible para divertirme.

El chico de InstagramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora