Capítulo 33

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La primera y última vez que Bruno había convivido con mis amigos fue en año nuevo y creo que la mayoría de ellos estaban lo suficientemente borrachos como para solo recordar un poco del breve momento, por lo que me sorprendió verlo integrarse tan bien con ellos y congeniar tanto, sobre todo con los chicos que lo habían acaparado desde que llegamos y hablaban entretenidos a un costado de nosotras mientras tomaban cerveza. 

—Simplemente no puedo creer que estés saliendo con terrible bombón—me dijo Valeria sin apartar la vista el castaño.

—Y menos que sea Bruno Bigongiari. 

Rodé los ojos ante el comentario innecesario de Camila. No me parecía en lo absoluto que lo redujera a un nombre nomás. Sin embargo, lo dejé pasar y las miré.

—Literal, que no caigo que nos estamos conociendo, que sea tan lindo y no me refiero a físicamente sino a que es una linda persona—les conté con una sonrisa tonta en el rostro—. Nada que ver a lo que me imaginé que podía ser.

—¿Cómo pensaste que iba a ser? —Me preguntó Bian, mirándome con curiosidad.

Me encogí de hombros.

—Otra persona, que iba a ser totalmente opuesto a lo que me demostró con sus mensajes y llamadas diarias. Tenía como esa sensación de que lo iba a forzar y aparentar ser alguien más, pero me sorprendió siendo totalmente auténtico, igual de carismático, divertido y tierno.

—Lo bueno es que no resultó ser un tarado engreído.

Todas, y me incluyo, nos reímos asintiendo.

—Solo algo egocéntrico, pero incluso eso es divertido y no un fastidio—comenté recordando las veces que su ego me hizo reír.

—Me encanta como hablas de él, se te ilumina la cara Sabru—me dijo Bian y sentí mis mejillas enrojecer.

Negué con la cabeza.

—¡Ay! Nada que ver.

Me incliné para tomar la botella de cerveza y servirme lo último que quedaba, sabiendo que los chicos habían comprado mucho más que eso.

—Que negadora que sos, eh.

—Igual que vos, Cami—le guiñe un ojo.

Nos quedamos en silencio escuchando la música y la risa de los chicos a lo lejos, que hablaban como si se conocieran de toda la vida. Y para ser honesta me gustaba la imagen que veía, ver qué se llevaban bien y que él no estaba incómodo pasándola mal me hacía sentir más tranquila.

—Hablando en serio, Sabru—habló Bian, llamando mi atención y la de las chicas— ¿Sentís que cambia algo que él sea alguien conocido?

Negué con la cabeza de inmediato.

—Es que sinceramente no veo a la persona famosa o reconocida. Solo es Bruno para mí—me encogí de hombros antes de darle un trago a mi cerveza—. No es como en las películas o en los libros que leímos, no hay un mundo de gente detrás de él con cámaras molestando e intentando invadir su vida privada. Creo que su profesión no implica del todo tener que pasar por eso.

—Eso es bueno, no es lindo que un par de extraños invadan tu vida. Ni siquiera es lindo que lo haga tu familia—la castaña hizo una mueca y entendí a lo que se refería.

Tenía historia con su familia metiéndose en su vida y opinando libremente como si tuviera el derecho en decidir lo que Bianca hacía o no con ella. Y lo peor es que ella lo permitió, dejó que sucediera y eso la llevó a dejar muchas de las cosas que le gustaba hacer.

—Sí, eso seguro.

—¿Y sí lo fuera? —cuestionó Cami— ¿Qué pasaría si tuviera una multitud detrás de él intentando saber hasta de qué color es su boxer?

El chico de InstagramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora