Diciembre fue un mes bastante agitado y también uno que pasó mucho más rápido que los otros meses. Los días pasaban más rápido con el caos que vivía cada familia o individuo al tener que organizarse para ver qué harían en navidad y año nuevo, con quien iban pasarla, los gastos de la comida y de los regalos; para muchos este mes era estresante, pero para mí no.
Era el que más esperaba cada año y eso era por lo especial que se volvía a tener una fecha muy importante: mi cumpleaños.
Nací el treinta y uno de diciembre a las once y cincuenta de la noche, una de las mejores fechas y el que diga lo contrario definitivamente era porque no tenía idea de lo que era cumplir años el último día del año. Desde que tenía uso de razón mi cumpleaños la pasaba rodeada de mi familia y recibiendo muchos regalos, lo cual era increíble porque si contaba los de navidad tenía el doble de regalos que cualquier otro. Papá Noel dejó de traerme cosas cuando cumplí trece, pero mi cumpleaños seguía siendo igual de genial que antes.
Y mejoró con los años.
Cuando mi mamá murió y me volví una casi adulta tomé la decisión de pasar esa noche con mis amigos, mi segunda familia. La combinación entre festejar mi cumpleaños y despedir el año era sin duda la mejor excusa para hacerlo especial y a lo grande. La quinta de los abuelos de Matías era nuestro lugar de siempre, era mucho más espacioso que su departamento y tenía una piscina que llenábamos de espuma, como parte de una tradición que empezamos hace tiempo, la comida y la bebida siempre terminaba sobrando por la cantidad exagera que comprabamos y la compañía de familiares o amigos fuera de nuestro círculo no faltaba. Pasarla bien era algo que asegurábamos.
—¿Qué te vas a poner? — me preguntó Bianca, mirándome a través del espejo de su habitación mientras se probaba uno de los vestidos que se había comprado.
—No sé, estoy entre un short rosa con top blanco o el vestido negro que me compré ayer — le contesté antes de levantar mis pulgares, dándole mi aprobación a su vestido — Te queda hermoso, seguro Santi disfruté sacándotelo.
Ella se rió negando con la cabeza.
—No va a venir, la va a pasar con los padres y no voy a poder verlo hasta la semana que viene porque los malditos quieren demostrarle al mundo que tienen toda la plata y se fueron a una cabaña que tienen en Estados Unidos.
—¿En serio? — pregunté sorprendida, ella asintió de mala gana — ¿Por qué no fuiste con él, boba?
—No soporto a su familia, son tan hipócritas e hijos de puta. Una puñalada duele menos que todo el veneno oculto entre sus palabras.
—Pensé que te llevabas bien con ellos.
—No, los odio demasiado. Sobre todo, al papá de Santi, un hijo de puta con todas las letras. En esa familia son todos así, el único que les salió bien fue mi novio, aunque tiene un poco de ellos y a veces, cuando peleamos es cuando más lo noto y me da ganas de ahorcarlo o algo así.
—Pensá en cosas lindas cuando pasé eso, así te evitas ir presa por matarlo — le aconsejé
—Lo intentó, pero a veces me gana la bronca — me dijo sacándose el vestido para probarse otro — ¿Y vos qué onda? ¿En qué quedó eso de conocer al chico de Instagram?
—Nos vamos a ver en unos días. Llegó a Buenos Aires hace una semana, pero me dijo que quería dedicarle tiempo a la familia primero. Igual no es nada serio o por lo menos yo no lo quiero tomar así, que pase lo que tenga que pasar entre nosotros. Si es solo sexo está más que bien y si lo llevamos más allá también, no voy a poner trabas ni obstáculos ni mucho menos me voy a hacer la cabeza pensando en eso, lo que voy a hacer o lo que no hice. Me voy a dejar llevar por el momento sin dar muchas vueltas.
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El chico de Instagram
RomanceElla no lo recordaba en lo absoluto. Él no podía sacársela de la cabeza. Un comentario y un mensaje en Instagram fue lo que le dio lugar a que algo entre ellos comenzara, una buena amistad que poco a poco fue evolucionando, volviéndose lo que ello...