Capítulo 25

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Cuando la posición en la que estamos se vuelve molesta o una perfecta excusa para cambiar a otra, él aprovecha para hacernos girar sobre el pasto haciendo que yo quedara encima de él, con cada pierna a los lados de su cuerpo y con sus brazos alrededor de mi cintura obligándonos a deshacernos de esa mínima distancia que quedaba entre nuestros cuerpos. Bruno, para mi suerte y beneficio, besaba increíblemente bien, era demandante y eso me gustaba, sabía cómo enloquecerme con lo que podía ser un simple beso.

Me parecía loquisimo lo que estaba pasando, y sobre todo que él esté acá. Todavía no caía en cuenta de que esto era real, ni mucho menos lo que Bruno provocaba en mí, no sabía muy bien cómo explicar lo que significaba tenerlo así de cerca.

—¿Y?— murmuró con la respiración agitada cuando su boca abandonó la mía.

—¿Y, qué? — pregunté confundida.

—Nuestro beso ¿Pasó la prueba?

—Uhm, no sé...—contesté haciendo una mueca —creo que necesito...

Su boca acalló mis palabras anticipando o entendiendo perfectamente que mis palabras solo formaban parte de una excusa para que me besara nuevamente. Fui la primera en alejarse cuando fue necesario tomarse unos segundos para recuperar el aliento, pero cuando lo vi entreabrir la boca para hablar me animé a volver juntar nuestras bocas queriendo disfrutar un poco más del contacto de sus labios y su lengua que no tardaba en buscar la mía para acariciarla con vigor.

—¿Y?—insistió alejándose un poco para fijar su vista en la mía.

—Todavía no me convenciste lo suficiente.

—¿Tengo que convencerte? —preguntó levantando una ceja

Asentí con una sonrisa picara.

—Y mucho, soy muy exigente —le advertí dejando casto beso en sus labios —pero no lo estás haciendo tan mal —dije haciendo énfasis en tan, con la intención de molestarlo.

—¿En serio vas jugar con esa?

—¿Con qué?

—Dale Sabrina, no te hagas. Te encantó besarme porque beso de puta madre—dijo con arrogancia curvando sus labios en una sonrisa —deja de hacerte la que no.

Quise aguantarme la risa pero fue imposible con las incoherencias que salían de su boca.

—Ay, por favor, así no puedo. Creo que tu ego me está asfixiando—le dije entre risa haciéndome a un lado para salir de encima suyo y ponerme de pie—. Mataste el momento Brunito.

Escuché su risa a mis espaldas cuando empecé a caminar hacia la entrada de la casa, donde ya todos se encontraban durmiendo, dejándolo solo en el patio.

—Pará ¿Va en serio?

No pasó mucho para que se acercara corriendo cuando no obtuvo una respuesta de mi parte. Su mano buscó la mía para frenar mi paso y hacerme girar para quedar frente a él mientras su mirada se fijaba en la mía, que sin querer queriendo se desviaba a sus labios que me provocaba la necesidad de querer besarlos.

—Y así seguís diciendo que te tengo que convencer— sonrió burlón inclinándose hacia adelante y con la diversión en sus ojos claros y brillosos buscó provocarme con el roce de sus labios a los míos — ¿Vas a admitirlo o sigo?

Me negué a dejarlo ganar, por lo que di un paso adelante fingiendo seguridad. Pero nuestra cercanía solo me ponía un poco más nerviosa.

—¿En serio crees que me vas a ganar así de fácil?

El chico de InstagramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora