Capítulo 34

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—Definitivamente esta noche tendría que estar catalogada como una de las mejores—declaré subiéndome en el mesón de la cocina para observarlo de cerca—, y también una de las mejores citas de la historia.

Al escucharme Bruno se giró para regalarme una sonrisa y mirarme de esa forma que tanto me gustaba y a la que empezaba a acostumbrarme, mientras cerraba la puerta de la heladera cargando en sus brazos todo lo que creía iba a usar para cocinar.

—¿Así que tu mejor cita? —preguntó acercándose.

Asentí pasando mis brazos por sus hombros, acercándolo a mí cuerpo. Tal vez me encontraba un poco cariñosa con él, pero bien podría ser el alcohol en mi sangre que me hacía sentirme un poco alegre y ser toda sonrisas bobas y toqueteos con Bruno.

O tal vez...era solo yo.

—Sí, pero no queremos que tu ego crezca por eso.

—Tarde, amor—murmuró sobre mis labios para luego presionar sus labios sobre los míos—. Muy tarde.

—La peor cita—me quejé, pero una sonrisa se formó en mis labios y él no dudó en besarla.

—Ni vos te crees eso, bombón.

Bruno me da un último beso para luego alejarse y dejar todas las cosas que había tomado de la heladera sobre la mesada.

—Concuerdo—dijo Matías pasando a mi lado para llegar a mi cita de casi todas las noches, y besar de manera fugaz su mejilla—. Bruno: La mejor cita, super recomendado.

El castaño comenzó a reírse, pero no apartó su vista de lo que se encontraba haciendo que, por cierto, no tenía idea de lo que podía ser. Hace un rato, cuando empezamos a tener hambre y el alcohol ya no era suficiente, Matías y Kevin habían salido a buscar algún lugar de comida que se encontrará abierto a estas horas de la madrugada por la zona, sin embargo, no habíamos tenido suerte porque todos los locales que se encontraban cerca estaban cerrados y como Kevin y Valeria se acaban de mudar no conocían nada más que esos. Y Bruno, como buen acompañante, se había ofrecido a cocinar algo después de ver que ninguno de nosotros se encontraba en un buen estado para hacerlo.

Valeria, con una copa en la mano, se acercó e inclinó a la altura de mi vientre rodeando mi cuerpo con sus brazos y una sonrisa que decía mucho sobre la cantidad de alcohol que había consumido.

—Matu dijo que casi lo hacen en el pasillo—dijo con una risita tonta— ¿Acaso vas a darnos bebés? —pregunta levantando la cabeza para verme con cierta ilusión que, por un pequeño, muy pequeño momento me contagió. Pero solo fue un pensamiento fugaz.

La miré horrorizada.

—Desde que los vi, solo me imagino un bebé con la cara de él y rubio con una linda sonrisa como la tuya. Es adorable—suspiró—. Yo quiero algo así, alguien que me miré como Bruno te mira.

—¿Cómo si quisiera quitarme la ropa? —bromeé.

Ella negó con la cabeza.

—No me refiero a eso, pero también me gustaría que me miren de esa forma.

Me incliné lo suficiente para que solo ella me escuchara.

—No me cabe duda que vas a encontrar a alguien que te mire como si quisiera desnudarte, pero también como si quisiera cuidarte y quedarse junto a vos para siempre—murmuré cerca de su oreja acomodando un mechón de su cabello castaño detrás de ella—, estoy segurísima que algún día alguien va amarte como tanto como sé que vos vas amarlo y que van a tener la historia de amor que siempre soñaste.

—¿Y si eso solo dura unas cuantas semanas? —preguntó una Valeria borracha y sentimental, y noté el miedo en sus ojos.

—¿Importa cuánto dure? —cuestioné—¿No es mejor vivir y disfrutar del momento sin tener que cuestionarse el futuro? Sí pensamos demasiado las cosas, no nos damos la oportunidad de disfrutar y vivir la vida que nos gustaría y el momento solo se vuelve otro pensamiento que va acompañado de la típica frase: ¿Qué hubiese pasado sí...?

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⏰ Última actualización: May 10, 2022 ⏰

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