Capítulo 26

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Nuestras mini vacaciones de tres días llegaron a su fin el jueves por la tarde noche cuando, después de ordenar y limpiar la quinta, nos dividimos en los dos autos que teníamos a nuestra disposición, siendo Valeria la primera en irse en su propia moto, y emprendimos nuestro viaje de vuelta a casa para volver a nuestra realidad y retomar la rutina que dejamos de lado para este pequeño escape. Por su parte, Bruno había insistido en ser él el que me llevara a casa y así poder vernos otra vez ya que desde año nuevo no habíamos visto más que por videollamada.

Las ganas de quedarnos acá por unos días más tentaba a cualquiera y se notaba en la cara de cada uno de mis amigos, que se despedían del lugar con cierta tristeza, Sin embargo, una de ellos era la excepción y esa era mi querida amiga Gala que estaba un poco distante y distraída, metida en su propio mundo sin darle mucha importancia al drama que todos estábamos haciendo por tener que regresar.

—¿Qué te pasa? —le pregunté moviendome en el asiento trasero del auto de Kevin para quedar con la cabeza apoyada en su hombro y con las piernas dobladas ocupando el espacio libre que quedaba.

—Nada.

—¿Segura? —insistí pinchandole con mi dedo una de sus mejillas.

—Sí —me contestó, pero su expresión no decía lo mismo.

—Dale, decime. Te pasa algo.

Ella negó con la cabeza para posteriormente volver su atención a la pantalla de su teléfono. Entre cerré los ojos mirándola fijo, sin poder creerle.

—No, me pasa nada ¿Sí? Solo tengo sueño.

—Mentirosa —la acusé recibiendo una mala mirada de su parte —dale, Gala. Todos nos damos cuenta que te pasa algo, compartilo con el grupo.

—No ¡Basta!

—La bese —gritó Kevin por encima de ella y todos nos quedamos duros sin saber qué decir.

—Una sola cosa te pedí que hicieras Kevin y no pasó ni un día que se los contaste —le reclamó ella luciendo muy molesta.

—Se me escapó —le dijo a modo de excusa y disculpa. Quise ver su expresión pero al ser el que manejaba fue imposible.

—¿Por qué la besaste? —le pregunté después de un par de segundos en el que asimile la información.

—No sé, me dieron ganas y lo hice.

Lo miré incrédula, levantando una de mis cejas, por la respuesta boba que había dado.

—Y ella está enojada por qué... —empezó Fabi, estando en el asiento de copiloto.

—Tengo novio —respondió señalando el claro problema —y no quiero sentirme culpable solo porque este tarado le dieron ganas de besarme.

Me giré un poco para verla a los ojos, estando todavía apoyada en su hombro, y no pasó mucho para que me diera cuenta que en realidad ese no era el verdadero problema o tal vez no era el que más motivaba su enojo, sino la tonta justificación que mi amigo le había dado.

Ella esperaba algo más, un motivo mejor que solo "tener ganas".

—Así y todo me seguiste igual el beso —le recordó con tono molesto.

Gala rodó los ojos.

—Estaba borracha —se justificó mi mejor amiga.

—Sí, seguro.

—Sos un tarado —le gritó enojada —para el auto que me quiero bajar.

—No voy a parar el auto.

El chico de InstagramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora