Capítulo 30

23 15 0
                                    

Treintava parte

Después de haber tenido mi segunda entrevista de trabajo con la clínica, el lunes por la mañana me habían llamado para tener la tercera y última entrevista que definía si tendría o no el trabajo y, vale agregar, saber si iba a seguir siendo una pobre desempleada con menos de dos mil pesos en su cuenta bancaria para sobrevivir otro mes más y tal vez el siguiente.

El martes a las nueve en punto de la mañana estaba programada mi reunión con la jefa de recursos, sin embargo, pasaban de las diez y media y yo seguía sentada en el mismo lugar que cuando llegué, con la diferencia de que cuando llegué estaba confiada y despreocupada, en cambio ahora hasta me sudaban las manos de los nervios que me generaba la espera.

Sabri: ¿Puedo irme?

Lionel: ¿Queres seguir siendo una desempleada?

Sabri: No :/

Lionel: Ahí tenés la respuesta, corazón.

Lionel: Avísame cuando salgas así voy preparando el almuerzo

Sabri: Con preparar te referís a llamar al delivery y encargar la comida ¿Cierto?

Lionel: Exacto.

Con una sonrisa comencé a teclear en el teléfono para burlarme un poco de él y ese problemita que tenía con la cocina que lo hacía querer estar lo más lejos posible de ella, para pasar el rato mientras continuaba esperando. Pero una voz que reconocí al instante me distrajo de mi objetivo.

—¿Sabrina?

Levanté la cabeza y mi sonrisa se ensanchó al encontrarme a Nicolás, el encantador recepcionista con el que había tenido una divertida y entretenida conversación la primera vez que había estado en la clínica.

—¡Nico! —me puse de pie y besé su mejilla— no te vi en la recepción, pensé que ya no trabajabas más acá.

Él negó con la cabeza sin perder la sonrisa tan linda que tenía.

—Me cambiaron de piso. ¿vos qué haces acá? ¿te dieron el trabajo? —me interrogó.

—Todavía no, estoy esperando que me atienda.

Hice una mueca.

—Tranquila, Anaí estaba con uno de los empleados en una reunión de urgencia, pero bien termine te va a atender.

—Ay, espero que pronto —dije volviéndome a sentar—, no doy más de los nervios.

— Relájate, Sabri que si te llamó es por algo —me guiño un ojo—, me tengo que ir antes de que se den cuenta que no estoy en mi puesto.

—Dale, anda tranquilo. Un gusto verte otra vez.

—Igualmente, y suerte con el trabajo. Seguro te lo dan a vos.

Levanté en el aire despidiéndome de él, pero apenas hizo unos pasos se volvió para pedirme nuevamente mi número ya que había perdido el papelito que le había dado aquel día. Después de que Nico se fuera, esta vez con mi número agendado entre sus contactos, no pasó mucho para que Anaí saliera de su oficina seguida de un chico de aparentaba tener un poco más de treinta, aunque por su ceño fruncido y las ojeras en su rostro podría tener muchos más que eso.

Media hora más tarde tenía una sonrisa de oreja a oreja que estaba segura de que no me borraría nadie, contenta y más que feliz por haber conseguido el trabajo que prometía darme las herramientas necesarias para realizar un buen trabajo y no tener que correr de un lado al otro intentando hacer todo por la falta de personal.

El chico de InstagramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora