Capítulo 4

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Brandon (brandon.acv2) aceptó tu solicitud.

Brandon.acv2 ha comenzado a seguirte.

Respiré profundo intentando controlar lo rara que me estaba sintiendo mientras guardaba el teléfono, habiendo terminado mi media hora de almuerzo, lo que me lleva a pensar ¿Por qué no me dan más tiempo o por qué no se metió antes? Cinco horas iba a tener que esperar para poder seguir indagando en la vida del desconocido chico de Instagram al cual al parecer conocí estando muy en pedo y también al que ahora le debo una remera que seguro es muy cara porque la mayoría de las personas que iba a ese boliche vivían por la zona y claramente tenían una buena posición económica y la apariencia lo era todo para ellos, o bueno, para la gran mayoría.

Tenía la sensación de que lo que quedaba del día se había alargado y cada vez faltaban más horas para poder irme a casa y no lo contrario. Me estaba frustrando, detestaba sentir tan largos los días y más si estaba en el trabajo y no disfrutando de otra manera. Cada que pasaba por uno de los pasillos me detenía a mirar la hora en las pantallas de tv que estaban colgadas en las paredes antes de seguir con el recorrido que hacia todos los días antes de irme, era la onceaba vez que miraba la hora cuando note que solo faltaban diez minutos para que mi jornada laboral terminara.

Deje a un lado todo eso cuando entre a una de las habitaciones que usábamos como lugar para las reuniones que ameritaban de todos y todas las enfermeras que estuvieran presentes para tratar algunos temas burocráticos o el tema de los horarios laborales que, a diferencia de otros hospitales o clínicas en las que me toco trabajar, cambiaban cada dos o tres meses y eso era algo que me gustaba porque odiaba tener un día y horario fijo además de una rutina eterna. Con esto eso variaba un montón, un par de meses estaba trabajando los días de semanas y a los siguientes solo los fines de semana y con los horarios pasaba lo mismo, te podía tocar trabajar toda la noche o de la mañana hasta la tarde.

Sin embargo, creo que era una de las pocas que disfrutaban esa variedad porque la mayoría de mis compañeros preferían tener un día y horario fijo, conocía lo suficiente a cada uno de ellos como para saber que eran del tipo de persona que necesita tener su vida organizada siempre y los cambios les molestaban bastante.

—Espero que no sean tan hijos de putas y me vuelvan a dar el turno de noche — murmuró uno de mis compañeros a mi lado, para que Fabiola, nuestra no tan adorable y buena jefa/supervisora, lo escuchara.

—Mejor ni lo digas que capaz te escucha y te lo asigna apropósito.

—Seguro lo hace, creo que tiene algún problema conmigo. Siempre encuentra algo para joderme.

—No, tranquilo que no es solo con vos, es con el mundo entero en realidad — le aseguré antes de volver a quedarme callada para escuchar lo que decía Fabiola.

Una hora, una hora completa desperdiciada escuchándola hablar de lo mucho que teníamos que seguir esforzándonos y como teníamos que tomarnos más enserio nuestro trabajo porque en algún momento ella se iba a cansar de dejar pasar ciertas cosas e iba a tener que tomar algunas decisiones al respecto, en otras palabras, todo ese discurso se resumía a que si la cagamos no iba a dudar en despedirnos. Y los últimos diez minutos los utilizo para avisarnos muy rápidamente los turnos que nos tocada a cada uno a partir del mes próximo para luego irse y no tener que escuchar las quejas de muchos.

Cuando salí de la reunión ya eran casi las siete, lo que significaba que mi jornada laboral había terminado hace poco más de media hora y era más que seguro que Matías, desde el estacionamiento, me estaba puteando de lo más lindo por dejarlo esperando tanto. Me cambié lo más rápido que pude y prácticamente salí corriendo para no dejarlo esperando aún más mientras me preparaba mentalmente para aguantar lo insoportable que seguro iba a estar. Sin embargo, cuando entré al auto me encontré con todo lo contrario a lo que pensé, Mati estaba sonriéndole a la pantalla de su teléfono o más bien a la persona que aparecía en ella al tiempo que se despedían con un 'Después seguimos hablando, amor' dejándome boquiabierta.

—Ah, ya llegaste — me dijo al tiempo que comienza a teclear algo en su teléfono sin siquiera mirarme.

—Sí, hace como media hora — mentí y esperé sus quejas, pero él parecía ni siquiera escucharme —¿Y esa cara?

—Es mi cara de siempre — contestó encendiendo el auto.

—Mentira ¿Con quién hablabas, Matute? ¿Una de tus chicas especiales?

—No

—Bueno, con una muy especial como para que le digas 'amor'

—No jodas, Sabrina.

—Dale, Mati. Contame ¿Al fin, por algún milagro, te pusiste de novio?

—Todavía no.

—¿Eso significa que esperas que sí?

—No significa nada, solo que hablamos y me agrada su compañía.

—Y eso con vos es un gran paso. Ya era hora.

—Bueno sí, tampoco podía pasarme toda la vida esperando que ella me dé bola.

—¿Quién? — pregunté haciéndome la boluda.

—¿Salís más tarde ahora?

Me reí de lo obvio que fue.

—No, me tuve que quedar un rato más escuchando a la pesada de mi supervisora en una reunión — desbloquee el teléfono con la intención de avisarles a las chicas que ya estábamos de camino, pero me olvide de eso cuando volví a ver esas notificaciones.

En medio de un debate interno sobre entrar o no a su perfil para acosarlo un poquito, termine presionando sin querer el dedo sobre ella viendo su perfil en cuestión de segundos.

—Mierda — murmuré observando las tres últimas fotos que había publicado donde se podía apreciar muy bien lo bueno que estaba.

—¿Qué paso?

—Mira lo bueno que esta esté pibe — le dije mostrándole el teléfono sin pensar en lo que decía.

—¿Y ese quién es? Se me hace conocido.

—No sé — le respondí empezando a ver el resto de las fotos que había publicado.

Morocho de ojos café y con una sonrisa hermosa.

Sí, definitivamente era mi tipo.  

El chico de InstagramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora