Capítulo 24

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Aparte la vista de mi mejor amigo, que gesticuló un «de nada» antes de retroceder y aceptar la copa que Fabian le ofrecía para que brindáramos cuando el reloj marcara las doce de la noche y, por ende, un nuevo día y el inicio de otro año. Volví mi vista al chico de Instagram y descarte por completo que podría ser producto del alcohol o mi imaginación, mi mente no estaba jugando conmigo, así como tampoco se trataba de otro de mis tontos sueños en los que se daban miles de posibles escenarios.

Esta vez era real, los dos estábamos en el mismo lugar y a menos de un metro de distancia, haciendo realidad su promesa de vernos y también la de ser mi regalo, algo que no pedí nada mucho menos creí que fuera cierto.

De cerca, me tocaba admitir que Su sonrisa era mucho más linda de lo que se veía a través de la pantalla del teléfono al igual que sus ojos marrones que brillaban más que otras veces con cierto rastro de diversión.

—Feliz cumpleaños, mejor amiga — murmuró dando el primer paso para acortar la distancia entre nosotros y, por primera vez, afectarme con su cercanía.

—No era chiste cuando dijiste que eras mi regalo — le dije besando su mejilla intentando dejar la pequeña incomodidad que se sentía de lado.

No le dio tiempo de contestar porque los chicos se acercaron ofreciéndonos una copa a cada uno mientras contaban los segundos para que el reloj marcara la medianoche. Los fuegos artificiales se hicieron notar antes de que nuestras copas chocaran entre si al tiempo que nos deseábamos un feliz año para posteriormente darle un trago largo a la champaña, como parte de una vieja costumbre.

—Feliz año, Sabru. Espero que disfrutes tu regalo — murmuró Lionel deshaciendo nuestro abrazo y dejándome nuevamente sola con Bruno, en nuestra propia burbuja.

Aproveché que él estaba distraído tecleando en su teléfono, para tomarme el tiempo de mirarlo de arriba abajo, prestando mucha más atención que hace un momento. De lo primero que me di cuenta fue que me encantaba su outfit porque, además de mezclar lo formal con lo informal y conseguir verse tan increíble, era del tipo que usaba la ropa al cuerpo y no dejaba nada a la imaginación. La otra cosa que note fue que su tatuaje estaba mucho más completo que la última vez que lo había visto en una de nuestras videollamadas, también que sus dedos estaban adornados con unos lindos anillos que quizás, en otro momento de mi vida, hubiese insistido en robar o pedir prestado para luego nunca devolvérselo.

—No seas tan obvia, Sabrina — me dijo llamando mi atención.

—¿Qué?

—Que no seas tan obvia y disimules un poco.

—¿Con qué? — le pregunté sin entender muy bien a que se refería.

—Me estas comiendo con la mirada, no te hagas la tonta.

Me reí de la seguridad con la que hablaba, esa confianza que manejaba era más envidiable que molesta, además de real.

Hace no mucho me había planteado cómo podía llegar a ser él cuando estuviéramos cara a cara, tenía mis dudas sobre si su personalidad y algunas actitudes o comentarios que lo caracterizaban iba a mantenerse. Y dudar sobre eso fue un claro error, porque a pesar de la mentira de su nombre y su secreto sobre quién era, su esencia era cien por ciento real. Y eso me garantizaba que no todo fue una mentira todo este tiempo.

Sé que tuvo sus razones para ocultarme cierta información sobre él, no sé cuáles fueron , pero tenía la intención de averiguarlo.

—Ay, nada que ver, nene— le dije haciéndome la desentendida.

—No te la puedo creer, después decís que yo soy el negador — guardó el teléfono y dio un paso adelante. — pero te lo voy a dejar pasar.

—Ah ¿Sí?

El chico de InstagramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora