Capítulo 8

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El dependiente de la tienda había conseguido deshacerse de los fuertes brazos de Vice y había disparado con desesperación. La bala realmente tenía escrito el nombre de Cobain, pero atravesó otro cuerpo.

Azul se desplomó en el suelo, sin apartar la mirada de Cobain, había comenzado a hiperventilar y a sujetarse el hombro herido. La sangre se extendió por sus manos y al ver tanta cantidad, Azul comenzó a llorar desconsoladamente.

Las cosas que Cobain estaba sujetando cayeron al suelo estrepitosamente, aunque pareció no importarle. Solo se agachó para taponar la herida de Azul que poco a poco tenía peor apariencia. Las manos de Cobain se mancharon de sangre, de la sangre de Azul, de ese líquido oscuro y con aquel olor horrible que le producía arcadas. De una forma o de otra los recuerdos de la muerte de su hermana volvieron a su mente como estacas.

–¡Hijo de puta!

Vice enloqueció, al ver a su novia en esas condiciones perdió la poca cordura que le quedaba. Se abalanzó hacia el tendero y comenzó a gritar de furia y rabia. El dependiente, que, tras el disparo se quedo paralizado, no pudo reaccionar ante la avalancha de puñetazos que comenzó a propinarle el pelirrojo. Los golpes de Vice lo tiraron al suelo y la pistola cayó también, resbalando por el piso hasta desaparecer de su campo de visión. El tendero apenas podía defenderse ya que el pelirrojo se había colocado encima de él, con una postura donde era casi imposible la movilidad. Vice había apoyado sus rodillas en los brazos del dependiente, evitando así que se cubriese la cabeza o que pudiese agredirlo.

Su cuerpo parecía moverse solo, el pelirrojo solo gritaba y lloraba totalmente encolerizado, los golpes que le propinaba en la cabeza a aquel pobre hombre poco a poco estaban desfigurando su rostro, la sangre en sus nudillos no lo detuvo y aunque el dependiente perdiese el conocimiento, Vice seguía golpeándolo.

–¡Vice para ya! Tenemos que largarnos– Cobain gritaba pero él parecía no escucharlo– ¡Vice joder que lo vas a matar!

Cobain apoyó la espalda de Azul en una de las paredes de la tienda con sumo cuidado y fue corriendo hacia el lugar donde Vice se encontraba.
Se abalanzó contra él y trató de sujetar sus brazos que no dejaban de deformar el rostro del dependiente, ya inconsciente. Los graves y ásperos llantos del pelirrojo provocaron un intenso escalofrío en la espalda de Cobain, ver llorar a Vice siempre le producía una especie de punzada en el corazón, era algo bastante desagradable de escuchar.

Mientras Vice trataba de deshacerse de las pálidas y ensangrentadas manos del joven, de alguna forma sus cuerpos se entrelazaron en un abrazo triste. Cobain no entendió como acabó sucediendo aquello pero estaba abrazando con fuerza el cuerpo del desesperado pelirrojo que aún no dejaba de llorar. Los brazos de Vice rodearon el cuello de Cobain y sus lágrimas comenzaron a mojar su sucia camiseta.

Cobain odiaba todo lo relacionado con Vice, siempre pensó que era un tío que solo quería demostrar lo grandioso que era al mundo, alguien que quería sentirse superior al resto en cualquier aspecto y Cobain sabía que tan solo era un pobre miserable al que su padre agredía. Pero esos últimos días una parte de Coby deseaba que no le pasase nada malo, verle llorar era algo muy desagradable y había varias acciones de Vice que lo descuadraron completamente. Tan solo era un chico herido, como Azul o el mismo.
Abrazarlo en aquellos momentos de agonía fue una reacción completamente involuntaria, detestaba el contacto físico, pero a la vez tampoco podía despegar sus brazos de Vice.

El pelirrojo miraba a la nada afligido y Cobain movía los ojos de un lado a otro analizando todo. Pero lo único que vio fue la terrible escena que ellos habían provocado. La tienda estaba destrozada, el cristal del escaparate roto en mil pedazos, el suelo estaba encharcado con la sangre de Azul, el mostrador de la tienda estaba bañado con la sangre del dependiente y lo único que se escuchaba en ese lugar era el terrible llanto nervioso de Vice, ya que Azul hacía ya un rato que había dejado de lamentarse.

Tras la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora