Capítulo 30

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–¿No quieres venganza? ¿O es que no me has oído?

–Cállate ya, basura.–se dio cuenta de que estaba gritando cuando Cero se escondió entre las piernas de Eiden.– Quien debería estar en su lugar eres tú.

Cobain le arrebató la escopeta de sus garras cuando él aún seguía perplejo por la contestación tan inesperada del joven.
No dudó dos veces en apuntarlo entre ceja y ceja. Cero comenzó a llorar y a apretar la tela del pantalón de Eiden pero solo recibió un manotazo de su parte.

–Si no quieres que te vuele la cabeza ahora mismo más te vale ir contándome quien es Jade y qué narices hacéis en esas investigaciones.–Eiden lo miró confundido.–venga, deja de actuar, sabes que he encontrado el puto diario, no hace falta seguir disimulando.

Cobain se vio reflejado en el brillo del mango del arma. Apenas se reconocía a sí mismo, esos malditos ojos bañados en sangre no eran suyos.

–Todas esas investigaciones son por el bien de la humanidad. La tensión entre los gobiernos ya es asfixiante y hemos buscado nuevas alternativas para...

–¿Para mostrar el poder que tiene la LOM? ¿Para seguir imponiendo vuestras malditas leyes a través del miedo?

–Para evitar una guerra Cobain.

–Para provocarla dirás. Las muertes de todas esas personas, por lo que he leído, son para crear una nueva arma.

–El poder lo es todo en este mundo de mierda. Y no es necesario usarlo, simplemente con que el resto sepa que lo tienes basta. ¿Cuándo vas a abrir los ojos?

Eiden suspiró al no recibir respuesta. Se acercó a Cobain y colocó el arma en su frente. Empujó con fuerza y sin apartar su mirada gritó afónico.

–¡Mátame! ¡Se valiente por una vez en tu vida y vuélame la cabeza como has dicho!.

Cobain se echó atrás y le tambaleó el pulso. ¿Ser valiente era lo mismo que ser capaz de matar a alguien?. No podía serlo.

–Si no aceptas mis opiniones ¡mátame!

–Ese es tu problema. Que no aceptas otro tipo de opiniones o formas de ver el mundo.–apartó el arma y agarró con fuerza el colgante de Arlet.–Ese es el problema de la LOM.

–Supongo que la diversidad me pone los pelos de punta.–dijo. Y Cobain supo que se refería a Lobo y a Ian.

–¿Porqué es una amenaza cualquiera que no sea como tú?.

Tras la pregunta deslizó su mirada rápidamente hacia el lugar de donde provenían esos sonidos tan estridentes que llevaba un rato escuchando. Joe había intentado dislocar sus pulgares para deshacerse de las cadenas. Cobain había podido escuchar los crujidos en sus dedos como si fueran los suyos propios.

Cuando Joe tuvo una mano liberada trató de buscar entre sus bolsillos su querido mechero. Lo encendió y de su mano emergieron llamas de fuego desesperadas. Las lanzó en dirección a Cobain el cual ya estaba preparado para esquivarlas.

–¡Aún soy un soldado de Astrid! ¡Aún puedo ser útil! Puedo...puedo ser digno del ejército de la LOM. Si lo mato viviré ¿verdad? Si acabo con él podré volver...

Joe gritaba entre lágrimas mientras abrasaba sus propias piernas para zafarse de las cadenas.
Cobain no le dejó terminar ya que se aproximó a toda velocidad hacia él, apretando la escopeta entre sus manos por algún motivo que desconocía.
Esquivó cada llamarada que le lanzó Joe como si tan solo fueran una molestia. Arlet le enseñó a utilizar la impaciencia del contrincante en su contra. Joe solo quería matarlo y ni siquiera pensaba en sus ataques. Pero para atacar antes se tiene que pensar. Y Cobain repasaba cada cosa que ocurría a su alrededor.
La pelea estaba ganada desde un principio.

Tras la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora