Capítulo 38

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A las pocas horas, todas las noticias y medios de comunicación propagaron los vídeos e informes, la población en un principio sintió profundo horror al conocer todo lo que el gobierno planeaba y todas las muertes que la LOM provocó. Nadie se atrevía a contradecir nada que tuviera que ver con el gobierno y sus leyes, estaban aterrados de que todo aquello pudiera pasarles a ellos también.

Cobain decidió mostrar su rostro en los medios y difundir el lema de «Podrán conmigo, pero con todos no.»
Y a medida que transcurrieron los días, gran cantidad de ciudadanos se agolparon en las calles de las ciudades centrales y poblados de toda Scilla. El cuadrante más pobre, Orión, inició las manifestaciones. En un principio caminaron de forma pacífica gritando a pleno pulmón. Pero pronto enviaron al mismísimo ejército para acallar sus voces y en el interior de esos muros todo se convirtió en un auténtico caos.

Cuando las primeras grabaciones de tiroteos y madres llorando por sus hijos muertos salieron a la luz, Venatici decidió participar y gritar por sus derechos. Gritaron hasta quedarse sin voz el nombre de Cobain y de muchos otros en las listas de pacientes.

En Circine, tras descubrir que el genocidio en Osidia fue obra del gobierno, se comenzó a difundir la idea de que lo ocurrido en Atria también se trató de otro engaño. Las lluvias ácidas que acabaron con tantas vidas en los poblados del cuadrante se realizaron cuando gran cantidad de hombres y mujeres comenzaron a reunirse con la idea de conspirar contra el gobierno. No podía tratarse de una simple coincidencia.

Aquellas personas que padecían la enfermedad de Scilla decidieron armarse de valor y acompañar a sus vecinos en la lucha por su libertad. Contaron cada una de sus experiencias delante de gran cantidad de ciudadanos, como escaparon de las garras de la LOM, como muchos de sus seres queridos murieron en extrañas circunstancias por protegerlos, como tuvieron que huir y sobrevivir.

Y a cada día que pasaba, más difícil resultaba para el gobierno mantener a raya a las gentes de Scilla.
Astrid dio la orden de disparar a todo aquel que incumpliera alguna de las leyes impuestas. Dio varios discursos en los medios, asegurando que todo aquello era para buscar la protección de la sociedad y del planeta, pero la gran mayoría dejó de ver la televisión, la cual llevaba mucho tiempo comprada.

Muchas personas se agolparon en los hospitales de forma desesperada para exigir la extracción de su microchip interno y como en muchos casos no lo lograron, optaron por buscar otras maneras para conseguirlo, desde buscar médicos ilegales a extraerlos ellos mismos en sus casas. Y por tanto, eso acarreó aún más muertes.

La información que logró obtener Cobain terminó por ser contrastada, todos los nombres eran de personas que se encontraban desaparecidas y sus familiares confirmaron la existencia de la extraña enfermedad, no sin antes proclamar justicia por el asesinato de sus seres queridos.

Ese caos era el que había estado buscando Cobain, era lo que sabía que ocurriría. La tensión era ya tan palpable desde hacía tanto tiempo, que solo necesitaba una pequeña chispa para que todo ardiera en llamas.

Aunque muchas de las gentes murieran en las calles, aunque supiera que revelando esa información podría provocar una guerra civil, era lo que creía necesario para acabar con esa forma de vida. Haciendo esto, la muerte de muchos más se cargaría en su espalda, pero podría soportarlo hasta que todo terminara, hasta que ese futuro que deseaba crear fuera real.

Necesitaba el apoyo de la población para ello, así, el ejército no podría atender otros asuntos con la facilidad de antes y era en ese momento cuando debía actuar. «Deben morir unos pocos para salvar a muchos.» se decía a sí mismo Cobain para auto convencerse de que no se habían equivocado, de que había tomado la decisión correcta.

Tras la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora