Capítulo 42

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Todo pasó muy rápido.
Cobain desapareció en el helicóptero y evitó que nadie más entrara con él. Dijo que era algo que debía solucionar solo. Amenazó al piloto y lo forzó a despegar, pero antes de aquello sujetó su colgante. Lo único que le quedaba de su hermana. Y lo lanzó hacia Ian para que lo cogiera.

–¿Qué haces? No deberías darme esto...es demasiado preciado para ti.

–Quiero que lo tengas. Y que lo actives. Se que podrás hacerlo.–se introdujo en el vehículo para que sus amigos no vieran como se derrumbaba.

Ian enmudeció. Pero sus piernas se movieron por él. ¿A que se refería con que lo activara?

–¡No! No vas a despedirte de mí. ¡Baja de ahí te lo suplico! ¡Déjame ir contigo!–necesitaba hablar más pero las lágrimas se lo impidieron.–¡Mírame por favor!

Cobain volvió a salir y dejó a la vista la multitud de lágrimas que se deslizaban por sus mejillas.

–No me hagas mirarte, no me hagas decírtelo así.–suspiró tratando de buscar las palabras sin que temblara su voz.

–¡Cobain!–Vice no dejaba de gritar su nombre y Azul se le unió.–¡Cobain escúchanos! No hagas ninguna tontería y vuelve rápido.

–¡No va a ir a ningún jodido lado!–chilló Ian, no quería volver a alejarse de él ni un segundo.

–Moriremos todos en dos minutos si no hago nada para evitarlo.

–Pues si tiene que ser así que así sea.–contestó tajante Ian. Él estaba dispuesto a morir por Cobain sin pensarlo.

–¿El resto de Scilla también moriría por mí?–El silencio los arropó.–Ya ha muerto demasiada gente por mi vida.

–Cobain no estás hablando en serio...–musitó Ian.

Todos comenzaron a chillar pero el helicóptero ya había alzado el vuelo. Ian trató de agarrar una de las barras de metal para adentrarse en el vehículo pero le resultó imposible con un solo brazo. Cayó al suelo y golpeó el cemento con furia. Lo reventó de ira y desesperación.

El helicóptero se dirigía hacia la enorme bola de fuego que atentaba con destruirlo todo.
Y entonces cuando ya estaba lo suficientemente cerca, Cobain saltó.

Una enorme onda expansiva los hizo saltar por los aires a todos en la azotea. Sus cuerpos se elevaron unos metros del suelo y después cayeron desplomados. El edificio crujió. El sonido del helicóptero cayendo fue lo último que pudieron escuchar con claridad. Después solo pitidos.

Vice abrazaba a Azul tendidos en el suelo. Apretaba su cuerpo contra el y miraba el cielo desconcertado. Azul tapaba su ojo herido con la mano y gemía desesperada. No podía ver nada de lo que ocurría. Pequeños trozos del misil caían hacia ellos, pero cuando estaban a punto de llegar a su destino se desintegraban en una nube de polvo.

Sintieron como sus gargantas se intoxicaban de ese humo que provenía del cielo. Comenzaron a toser repetidas veces para zafarse de esa sensación. Sus ojos escocían pero aun así no dejaban de buscar en las nubes.

Se trató de una enorme explosión. Cobain gritó al piloto para que frenara en el momento exacto y cuando pudo sentir el abrasante calor que desprendía el misil, se abalanzó hacia él. Su salto pareció sobrepasar la velocidad de la luz. Y con la potencia de éste, golpeó el proyectil antes de que explotara por el contacto del suelo. Provocando que explotara junto a él. Con él.

Seguramente todo Scilla había presenciado aquello. Seguramente todos ellos estaban mirando el cielo en ese preciso instante. Y así fue como todos ellos vieron a Cobain desaparecer.

[...]

Varios medios de comunicación grabaron el terrible impacto. Muchos habitantes en los cuadrantes decían haber escuchado el grito ronco de Cobain tras el salto. Era muy posible que eso fuera cierto, al fin y al cabo era capaz de potenciar sus cinco sentidos.
Y aunque toda la población alabara su enfermedad e incluso la envidiara, para él fue todo lo contrario. Para él fue su maldita cárcel. Para sus seres queridos solo supuso dolor. Para personas ajenas supuso la muerte.
Para quien pudo conocer a Cobain, la enfermedad de Scilla sólo fue eso. Una enfermedad que acabó por matarlo, mental y psicológicamente.

Y aunque lo condecoraran con mil medallas y aplausos ¿de que servía? De que narices servía que lo tratasen como un maldito héroe. Eso era lo que pensaba Ian. Salvar a todos supuso que nunca más volvería a su lado.

Gritó tan fuerte que pensó que perdería la voz. Arañó sus mejillas y párpados en completo pánico por lo ocurrido. Sus lágrimas corroían su piel y el dolor agudo en el pecho le hizo pensar que se desmayaría. La agonía se acentuó cuando llegó al lugar de los hechos. Removió cielo y tierra para encontrar algún rastro de Cobain.

Vice pidió a Dorthe su helicóptero y rastreó todo el lugar casi al borde del infarto. Ver llorar a Vice nunca era agradable. Nunca sería agradable. En esos momentos se sintió la persona más vulnerable del mundo, tan frágil como una jodida pluma. No encontraba a su mejor amigo por ningún lado y eso le hizo desear también su propia muerte. En esos momentos era lo que quería. Desaparecer junto a su amigo. ¿Porqué tuvo que ser él? ¿Porqué tuvo que cargar con ese peso? ¿Porqué su destino fue ese?

Azul apenas podía servir de ayuda en esos momentos con el ojo de esa manera. Y temía el poder encontrar el cuerpo sin vida de Cobain en algún lugar. No podría soportar verlo en esas circunstancias. No podía verlo muerto porque entonces enloquecería del todo. Pero aun así se armó de valor y vendó su ojo herido como pudo, que importaba si se infectaba o lo perdía. Perder a Cobain supondría mucho más. En su mente veía la última sonrisa que le regaló su amigo. Joder, era tan sincera y tranquilizadora. ¿Cómo fue capaz de sonreír de esa forma en un momento así? ¿Cómo fue capaz de hacerlo justo segundos antes de saltar de ese helicóptero? Su mejor amigo, su compañero, su hogar. Su jodido hogar.

Lobo llegó horas después. Ya habían acordonado la zona y prohibieron el paso a los civiles. Pero Lobo no era como cualquier otro. Entró sin mirar a nadie y corrió a los brazos de Ian. Lo abrazó con fuerza y tiró de él ya que las piernas del cisne perdieron sus fuerzas y atentaba con caer al suelo. Ian gritó tan fuerte que las comisuras de sus labios se cortaron. Gritó de tal forma que hasta los policías y el servicio médico tuvieron que atenderlo.

Lobo se acercó después a Azul, se encontraba sentada en una roca a pocos metros del resto. Miraba un cristal roto en el suelo en el cual se reflejaba. Acto seguido se derrumbó y se echó a llorar de nuevo. Varios enfermeros querían atender su herida en el ojo pero ella se encaró e incluso alzó su arco en dirección a ellos. Ella decía que si alguien se interponía en la búsqueda de su amigo, acabaría sin brazos. No podía perder el tiempo en curarse en vez de recorrer cada recoveco en busca de Cobain.

Vice palmeó la espalda de Lobo y trató de saludarlo de la forma más relajada posible. Pero cuando Lobo decidió abrazarlo el pelirrojo se desmoronó. "Yo se que no volverá" decía entre sollozos.

–No digas eso Vice, la esperanza es lo último que...

–No soporto ver a Azul y a Ian de esa manera... Tan convencidos de que aparecerá...Todo está hecho cenizas...Es obvio que...que...–comenzó a lamentarse aún más fuerte temiendo lo que escucharía de su boca.–Cobain está muerto.

Tras la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora