Capítulo 26

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«Uno más, uno más...¿porqué no puedo frenarme? Creo que ha dejado de respirar, ¿porqué no puedo detenerme? Quiero...quiero seguir golpeándolo.
No, yo no soy un asesino...no soy como ellos...yo no soy...»

–¡Para! ¡Cobain!–Azul trató de agarrar su brazo pero le fue imposible aproximarse al joven. Miró a Ian en busca de ayuda–¡Tiene los ojos rojos! ¡Está fuera de si!

El cisne trató de esquivar a la multitud de ricachones que estaban huyendo, no sin antes golpear a alguno a su paso. Todos los allí presentes gritaban despavoridos incluidos algunos de los niños que aún seguían conscientes.

–¡Tío tú no eres así! Todos tus principios... ¡Cobain! Mira a tú alrededor...

Le obedeció y miró a ambos lados, los niños lo miraban con completo terror en sus rostros, intentó acariciar la mejilla de uno de ellos pero éste se apartó completamente aterrado. Lo veían como al resto de adultos que les habían estado haciendo esas cosas tan horribles. Le tenían miedo.
Cobain fingió una sonrisa amarga que puso los pelos de punta a Azul.

Pudo verse reflejado en uno de los cristales rotos en el suelo, sus ojos completamente rojos, su mandíbula apretada, su ceño fruncido. Solo estaba viendo a un completo desconocido. A un monstruo que él también estaba empezando a temer. Pero fue entonces cuando una mano le apretó el hombro y un cálido cuerpo lo envolvió con sus brazos. Era duro y a la vez suave. Su torso como un diamante brillante y sus manos como las alas de un cisne negro.

–Tú no eres eso.

Los ojos de Ian se cruzaron con los nublados iris de Cobain y aquella rabia desapareció.

–¿Quién se ha atrevido a molestar a los invitados de mi fiesta?– gritó afónico un hombre bajando lentamente las escaleras de aquella sala. Detrás de él se escondía un escuálido viejo semidesnudo. Sería uno de los muchos que trataron de escapar.

–Eiden.

La mirada de Ian se endureció y acarició de forma inconsciente sus nudillos aún con costras y rasguños.

–Buenas noches jefe. Es una grata sorpresa encontrarte aquí, ya no tendré que esconder mi verdadero trabajo.–sonrió de una forma perversa y prosiguió– Sí, nunca quise formar parte de tu banda de pacotilla. Pero me hubiese gustado poder ser el líder de esos idiotas cuando te fuiste, así formarían parte de la LOM como muchos otros en este barrio podrido. Pero Loba lo jodió todo.

–Sabía que no eras de fiar... Pero tu habilidad era muy valiosa y...

–Y no te atreviste a matarme cuando pudiste hacerlo–se señaló el cuello y se relamió los labios– La otra tarde en el bar tampoco pudiste...

–Eres un traidor, colaboras con el gobierno... –se levantó y endureció todo su cuerpo, ahora nada podría atravesarlo–Tu querías que viniésemos aquí en busca de Vice. ¿Era una trampa?

Eiden pegó un salto y se deslizó por la barandilla como si se tratase de un niño pequeño, resultó de lo más turbio incluso para Lago.

–En realidad, Vice si está aquí. Quiero que hagamos un trato...

–Rescatamos al pelirrojo y te volamos la cabeza ¿que te parece?–chilló Lago relamiendo sus labios.

–Puedo notificar a Niagara y en menos de veinte segundos vendrá a ayudarme el ejército de la LOM. Estáis jodidos de todas las formas.–miró a Cobain y sonrió de lado–Quiero un intercambio, Cobain por el guaperas musculoso.

–Estás loco si piensas que aceptaremos.–replicó el cisne.

–No podéis oponeros. Mi intención desde un principio fue que vinierais aquí. Este es por decirlo así mi territorio. En las calles de Andrómeda no habría sido tan fácil actuar, habría gente que preguntaría. ¿Sino porque creéis que no atrapamos a Cobain antes? Sabíamos su localización en todo momento.–sonrió al visualizar en su mente a Dorthe, la cual tenía el microchip interno.–Viniendo aquí ya estaba todo decidido desde un inicio.

Tras la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora