Capítulo 8

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De camino a casa no quería alejarme de Mikey. Caminamos un poco de la mano y otro poco él abrazándome por los hombros. La calidez de su tacto era como un sedante a toda la tensión acumulada por mi discusión con aquella rubia.

Tuvimos que separarnos a mitad de camino sino a Mikey se le haría muy tarde para volver a su casa. Una parte de mí quería asegurarse que llegara sano y salvo a su casa. Ya que me era imposible ignorar la voz de Taylor en mi cabeza. Hasta llegué a pensar que tal vez ella tuvo algo que ver en lo de la madre de Mikey, debería investigar. Después de todo me caía mal y no sentiría culpa por golpearla.

Al entrar en mi hogar escuché a Sissy hablando con alguien, no recordaba que hoy fuera a tener visitas y ya eran casi las once de la noche. Era la voz de otra mujer, con un acento solemne, como si acabara de llegar desde Inglaterra.

-Disculpen- dije entrando a la sala.

Ambas me miraron, la mujer en cuestión volteó a verme y mi estómago dio un vuelco al sentir su esencia idéntica a la del castillo. Además sus ojos eran de un color ámbar brillante. No cabían dudas. Agarré con fuerza el encendedor que llevaba en el bolsillo de la chaqueta.

-Qué bueno que llegaste, Hazel- Sissy se levantó de su lugar en el sofá y me abrazó. -Ella es Eleonor, vino a verte.- explicó y se colocó detrás de mí con sus manos en mis hombros.

-Es un gusto conocerte, Hazel- saludó Eleonor. -Y entiendo tu sorpresa de que encuentres a una compañera en tu casa pero solo estoy cumpliendo la orden de nuestro Supremo. ¿Cómo estás?

-Bien- contesté cortante. -¿Le hizo algo a mi tía? ¿Qué quiere?

Eleonor se tapó la boca para retener una risita.

-No me hizo nada- contestó Sissy por ella. -Sólo me estaba contando todo mientras esperábamos que llegaras.

-¿Qué te dijo?- pregunté preocupada, no quería que se enojara por haberle ocultado información. No era algo favorable en su condición.

-Nada importante, solo la puse al tanto de tu visita al castillo y la impresionante demostración a nuestro señor. Por favor- señaló el sillón. -Tomen asiento, es de mala educación no usar estos sofás tan bien escogidos para hablar de un tema tan delicado.

-¿Cómo hizo para no atacar a mi tía?- fue la primera pregunta que hice ni bien me senté.

-Querida- sonrió. -No somos salvajes. Pero además de eso, tu tía tiene una condición que hace que su sangre no sea del gusto de nuestra especie.

-No entiendo- dije y miré a Sissy.

-Su cáncer, vuelve su sangre un veneno para quien la quiera consumir.- miró a mi tía. -Lo que nos da el punto de partida para una de las reglas.- obtuvo toda mi atención. -Nunca debes consumir sangre de enfermos terminales a menos que busques cometer suicidio, claro- por su sonrisa entendí que bromeaba.

Si lo hubiera sabido hace dos años, pensé un instante y seguí escuchándola.

-Tampoco debes beber la sangre de un adicto a las drogas. Los efectos se transfieren y cualquier sustancia química puede desatar una sed por ese tipo de sangre que terminaría en una masacre de proporciones bíblicas. Te lo aseguro, lo he visto.

-No adictos ni enfermos, anotado- dije con un dedo en la sien. -¿Qué más?

-No asesinar en masa. Es comprensible que por una cuestión de alimentación asesines a una persona cada tanto. Pero de ser posible intenta que sea algo muy discreto. Ya sabes, personas solitarias o criminales que nadie va a extrañar. Así solemos hacerlo la mayoría cuando estamos alejados de las zonas de caza pautadas.

Love will kill you [Mikey Way]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora