Una semana después del viaje ya estábamos instaladas en la nueva casa. Faltaba terminar de desempacar y muchas cajas seguían apiladas en algunos rincones y el sótano pero lo principal ya estaba en su lugar. No era fácil estar ocupándome de la mayoría de las cosas ya que Sissy no se sentía bien. El cáncer de útero que le diagnosticaron poco antes de mudarnos la estaba debilitando y pronto comenzaría con algún tratamiento de los mejores especialistas del país.
A pesar de su estado le encantaba hacer de cuenta que aquello no afectaba a nuestras vidas y detestaba que yo la atendiera porque la hacía sentir como una mujer mayor e inútil.
-No cargues tantas cajas- me regañó una de las primeras noches y quiso agarrar la caja que estaba más arriba.
-Si no pesan nada- contesté mientras sostenía la torre de cinco cajas llenas de cosas con una mano.
Llegó un momento que comencé a tomarme con gracia que ignorara lo que soy. Aunque saltara a la vista. Con el paso de los meses mi cuerpo ha cambiado. Mi cabello es precioso, mi cuerpo no tiene nada que envidiarle al de una mortal, mi color de ojos cambia según mis emociones y el no dormir jamás me ha vuelto una adicta a la lectura. Además de los dones que Sissy insiste que utilice lo menos posible para no llamar la atención.
Por eso elegí que viviéramos alejadas de la ciudad, en una casa parecida a la que usaron en la temporada de las brujas de American Horror Story. Es hermosa, tiene un jardín enorme y está rodeada por un bosque que la convierte en una mansión a mitad de la carretera. Es el hogar que siempre soñé y su lejanía me hizo brotar un gusto particular por salir en la noche a recorrer el bosque trepándome entre los árboles a gastar algo de la energía vampírica que se acumulaba durante el día.
-Buenos días- me saludó mi tía cuando entró a la cocina esa mañana.
Yo estaba sentada en la barra de desayuno, leyendo uno de los libros sobre magia que compré. Desde que me convertí en una criatura mitológica empecé a creer en todo lo demás. Licántropos, brujas, hadas, todo tenía mi atención, porque de tener la oportunidad de cruzarme con alguna no quería estar desprevenida como lo hice cuando me encontré con el vampiro que me mordió.
-¿Qué quieres desayunar?- preguntó ella parada junto a la nevera.
Sonreí, ahogué una risita y volví a mi lectura.
-¿Qué pasa? ¿Ahora que serás universitaria no quieres pasar tiempo con tu tía favorita?
-Sabes que no desayuno, lo normal.
-Claro que lo sé, tontita- comenzó a sacar leche, huevos y demás cosas sin importancia hasta que sacó una bandeja con un pedazo de carne. La miré alzando una ceja. –Por eso te cocinaré esta carne vuelta y vuelta para que no me asquee mientras yo tomo mi desayuno. ¿De acuerdo?
-Está bien- cerré el libro y la ayudé a preparar el desayuno.
Mi dieta era a base de carne cruda o apenas cocinada si Sissy no estaba con ganas de soportar el olor de la sangre mientras comía sus platillos gourmet. De vez en cuando cazaba algún animal en el bosque y casi nunca bebía sangre humana.
-¿Leíste las noticias de esta mañana?- preguntó a mitad del desayuno.
-No. ¿Algo interesante?
-Hallaron a un tipo en el centro hace un rato, mutilado. El cuello destrozado al igual que el torso y las muñecas. La policía habla del ataque de una jauría pero... tengo mis teorías ¿no te suena? Alto, atlético, es llamativo porque salió hace una semana en televisión por tener más de quince denuncias por abuso a menores-
Se llevó la taza a los labios pero eso no tapó su mirada, la cual conocía perfectamente.
-Ni idea- me llevé un bocado a la boca. –Pero quien haya sido el culpable lo eligió muy bien.
-¿No lo hiciste?- preguntó sorprendida. –Pero anoche, te oí salir.
-Lamento apagar tus ilusiones de que soy una heroína del estilo Batman- reí al pensar en las similitudes. –Pero anoche salí a cazar al bosque, no probé ningún tipo de sangre neojerseíta. Por ahora.- aspiré el aroma de un trozo de carne para que mis ojos tomaran ese color rojo característico y la miré fijamente.
-Detesto que hagas eso- me golpeó con suavidad el hombro y reímos. -¿Estás preparada para mañana?
-Creo que sí- miré mi plato. –Desde que fui a acompañarte al hospital y no terminé haciendo una masacre que me veo capaz de pasar unas horas en un salón de clases con gente de "mi edad"- hice las comillas con los dedos.
-Apenas pasaron dos años, haz comillas cuando pasen cuarenta y conserves esta piel de porcelana- exclamó y me acarició la mejilla. –Tu madre estaría orgullosa de que la belleza de la familia perdure por toda la eternidad.
-Espero que eso le dé el descanso que merece- torcí la boca y me concentré en mi plato para no pensar en mis padres y la opinión que tendrían de mí ahora.
-¿Ahora sobre qué estás leyendo?- tomó el libro y leyó la portada. -¿Es bueno?
Comencé a contarle cada detalle que me llamó la atención del libro. Ella me escuchaba atentamente y me interrumpía con algún comentario. Al igual que yo, creía en todo lo que fuera del mundo sobrenatural, pero en su caso sus creencias se remontaban a mucho antes de mi conversión. Siempre se interesó por la magia y adoraba toda la temática oscura que envolvía el mundo de los vampiros. Por eso al poco tiempo que supo lo que era. Llenó la casa de libros y películas sobre vampiros o seres mitológicos. Agradecía que a pesar de sus casi cuarenta años, no haya dejado esas creencias de lado.
Cuando caían los últimos rayos de sol de la tarde, salí al jardín. Me encantaba ese breve momento del día en que podía pasearme por cualquier sitio y apreciar el cielo sin miedo a terminar con heridas que dolían como agujas de tejer al rojo vivo metiéndose en mi piel. Se curaban en pocos minutos pero el ardor era insoportable.
Subí a uno de los árboles más altos que rodeaban la casa. Desde ahí podía ver el horizonte de colinas y naturaleza, si miraba detrás de mí podía ver las luces de la ciudad y si me concentraba hasta lograba oír el murmullo de sus calles.
Pero esta vez me concentré en lo más cercano, cerré los ojos, puse la mente en blanco y poco a poco los sonidos más tenues llegaron a mis oídos. El correr del agua en un arroyo, el roer de un ratón, la respiración de un zorro que dormía en su madriguera. Los sonidos se convirtieron en colores bajo mis parpados y estos en siluetas, que pasaron a formar a una persona.
Se trataba de un chico, parecía de mi edad. El cabello rubio oscuro le caía apelmazado sobre la frente. De rostro ovalado, piel pálida y labios finos. Estaba cabizbajo hasta que levantó la mirada, como si supiera que lo miraba y sonrió. Una sonrisa de dientes chuecos que no llega a sus ojos verdes, los cuales se mantienen tristes, había una enorme tristeza en ellos. Pero seguía sonriendo y sus mejillas se tiñeron de rojo. Era un mortal.
De repente una ráfaga de viento amenazó con tirarme del árbol y perdí la visión. Cerré los ojos pero fue inútil, el ruido del viento era muy alto para concentrarme y estar alerta para no caer desde esa altura tampoco ayudó. Me resigné y volví a mi cuarto.
Era la primera vez que tenía una visión tan clara de alguien a quien nunca había visto en mi vida. Y era la primera vez que me sentía otra vez de aquella manera. Como la noche que cambió mi vida para toda la eternidad. No podía confundirme, era la misma sensación, el mismo cosquilleo en el estómago. Aquel sentimiento de confianza ciega que me hizo caer en una trampa volvió a instalarse en mi pecho. Por suerte con el paso de las horas la visión se hizo difusa como si se tratase de un sueño.
Quisiera que a esos sentimientos tan puros e ingenuos no los opacara luego un desprecio enorme y una rabia incontrolable por lo que pasó la primera vez que los sentí. Deseaba dejar eso en el pasado y como todo lo demás, comenzar de nuevo. Poder confiar en las personas o criaturas que fuera a conocer en el futuro.
Es algo en lo que pienso desde el diagnóstico de Sissy, no poder relacionarme con gente de mi edad o con quien compartiéramos gustos era malo pero hacerme a la idea que podría quedar completamente sola me aterraba. Mi última esperanza estaba puesta en esta ciudad, en encontrar otros vampiros o alguien con la valentía de mi tía para no temer que fuera a beber su sangre.
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Love will kill you [Mikey Way]
VampireHazel era muy ingenua. La tipica hija de buena familia buenos amigos y bien educada. Pero ahora, que los errores han sido cometidos, debe adaptarse a una nueva vida donde reina la oscuridad y las costumbres de esos mitológicos chupasangre. Mikey viv...