Capítulo 30

63 10 58
                                    

La mirada de Mikey un instante antes de que el ascensor se cerrara, seguía grabada en mi memoria. Como el dolor le entornaba los ojos y tensionaba cada músculo de su rostro, consiguiendo que aquella noche olvidara el bello momento en el piano y solo pudiera preocuparme por él.

Aquella preocupación se quedó conmigo los días siguientes y no tenía manera de hacerla desaparecer porque desde entonces no lo he vuelto a ver y no hay un momento de paz en este hotel atestado de vampiros. En todos lados siempre hay alguien, a todas horas te puedes encontrar con un vampiro en los pasillos o los sitios de reunión. Solo es cuestión de tiempo a que algún huésped entre al invernadero y arruine mi momento de paz mientras observo el cielo nocturno a través de los cristales.

Iría a mi habitación, pero ya estaba harta de mirar el techo y las paredes esperando una visita que tal vez jamás llegaría. Eso es lo que más me dolía, no verlo y no tener ninguna manera de acercarme a él ya que todos tenemos prohibido subir al décimo piso. Extremaron la seguridad al punto que quitaron el botón del ascensor y si alguien intenta subir por las escaleras se encuentra con más de los guardaespaldas de túnica que vigilan los pasillos a toda hora.

Comenzaba a sentirme culpable por la situación. Si me hubiera ido del bar apenas lo escuché llegar no nos habríamos acercado y ahora él estaría bien. Lo seguiría viendo venir a meditar y no me atacaría la paranoia cada vez que escuchaba a otros vampiros murmurar entre ellos cuando paseo por el lobby. Todo sería mejor y podría pensar en otras opciones para acercarme a Mikey.

-Bonita noche ¿no?-

Escuché de pronto a mi lado y me senté en el césped en una fracción de segundo. Un par de ojos verdes me miraban a unos metros de distancia. Pero no eran los ojos que esperaba desde el momento que crucé la puerta del invernadero. Por lo que agaché la cabeza un instante antes de mirar nuevamente al cielo y contestar.

-Eso creo.

Gerard se acercó a mí y se sentó con las piernas estiradas en el espacio de césped que había libre a mi derecha. No habló por un rato, solo contemplaba el cielo al igual que yo.

-Perdón por no ser él.- dijo de pronto y lo miré de reojo.

-No sé de qué hablas- volví a recostarme.

-Esperabas a mi hermano. Lo vi en cómo se oscureció tu mirada al verme.

-Dudo que pueda oscurecerse más de lo que está.- reconocí con pesar y me tapé los ojos con ambas manos. No quería que Gerard ni Frank me vieran en ese estado. Por eso los estuve evitando los últimos días. Pero me había tomado por sorpresa en esa oportunidad y sería evidente si me marchaba.

-¿Qué pasó?- preguntó en voz baja pero no me atreví a contestar ni apartar mis manos. –Hazel.- oí la hierba crujir bajo su peso y con mucho cuidado me tomó por las muñecas para despejar mi rostro. –Puedes confiar en mí ¿lo sabes?

-Sí- murmuré y me humedecí ligeramente los labios pero los pensamientos no se acomodaban en mi cabeza. Solo quería llorar y buscar consuelo en los brazos de Gerard para que la angustia fuera más llevadera.

Me soltó las manos y muy suavemente me acarició el cabello como si fuera una niña pequeña. No solo fueron reconfortantes sus gestos silenciosos y delicados, también su esencia ayudaba bastante. Era tan similar a la de Mikey que si cerraba los ojos y respiraba hondo, podía imaginarlo en su lugar por un instante.

-Podemos quedarnos aquí toda la noche hasta que quieras hablar de lo que te molesta. Solo tendría que enviarle un mensaje a Frank porque planeamos cenar juntos en el bar a medianoche.- explicó en un tono tranquilo.

-¿Desde cuándo cenas con Frank?

-Desde que prefieres quedarte en tu habitación antes que pasar tiempo con nosotros.

Love will kill you [Mikey Way]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora