Capítulo 22.

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-Será mejor que Mikey esté sentado cuando te vea- comentó Bert terminando de fijar la tiara de flores, sobre mi peinado. –Listo. Mírate al espejo.

Volteé y me vi de cuerpo entero frente al espejo. No podía creer cómo me veía con aquel vestido color champagne que encontré en el pueblo casi de casualidad cuando fui con Gerard a hablar con la modista que confeccionaría un vestido de novia desde cero. Pero este se hallaba ahí, vistiendo uno de los maniquíes, pidiéndome que lo usara.

Di una vuelta y miré cada detalle, el largo me llegaba a la mitad de los muslos y se movía al menor movimiento. El corsé delineaba perfectamente mi figura y el bordado de lentejuelas y canutillos lo hacían ver muy elegante. La forma del escote dejaba a la vista mis clavículas lo que me encantó porque resaltaba la fina cadena dorada que llevaba en el cuello. Fue un regalo de Sissy cuando era pequeña y que se notara me hacía sentir que estaba conmigo en ese momento. Me hubiera gustado que viniera, que Frank y Hayley se hubieran encargado de traerla y así estar todos juntos compartiendo mi felicidad.

Un leve golpeteo en la puerta me distrajo. Miré a Bert y él se acercó a abrir. Era Gerard. Viéndose tan impecable como su esposo con la camisa blanca, el saco negro y los zapatos lustrados.

-¿Están listos?- pregunta él. –Es mejor que nos demos prisa o la lluvia comenzará antes de que lleguemos al pueblo.

Miré hacia la ventana, el cielo estaba cada vez más gris y las nubes se iluminaban con más frecuencia a lo lejos. Volví a mirar a Gerard, tomé el ramo de rosas blancas y me acerqué a la puerta.

-Lista-.

En la escalera, Gerard enganchó el brazo al de Bert y bajaron antes que yo. Queríamos sorprender a Mikey, pero cuando ellos se separaron y nos vimos el uno al otro mi sorpresa fue enorme. Se veía precioso con el traje negro, la camisa blanca y la corbata negra. No llevaba sus lentes y se había peinado el cabello hacia atrás con gel. Se veía diferente, sofisticado y extremadamente sexy.

Por cómo se ensanchó su sonrisa y sus ojos se iluminaron al verme sabía que le había gustado. Me acerqué a él y antes de tomar sus manos se pasó un dedo por debajo de los ojos.

-¿Cómo luzco?- le pregunté y di un giro para que viera el vestido por completo.

-Como un ángel- fue su respuesta y me besó en la frente.

A mitad de camino mis nervios se activaron. Miré a mí alrededor intentando tranquilizarme, Gerard había metido los paraguas en el maletero en caso de que comenzara a llover o si el clima se ponía raro y se despejaba. Él parecía muy tranquilo, hablando desde el asiento del acompañante sobre la vez que fue a una boda en Italia. Bert conducía y reía de vez en cuando por lo que escuchaba. No podía seguir el hilo de la conversación, mis ideas estaban dispersas y una sensación extraña se instaló en mi pecho. Tomé la mano de Mikey y lo miré, él me sonrió pero no tuvo el efecto de siempre. Sentí un déjà-vu. Ya pasé por esa situación ¿Cuándo? En mi visión. ¿Qué pasaba luego? Algo malo.

Fue en aquel instante que una explosión se hoyó del lado de Bert y grité del susto. Bert hizo un par de maniobras y detuvo el auto a un lado de la carretera.

-¿Qué pasó?- pregunté alterada.

-Fue uno de los neumáticos- contestó Bert mirando por la ventanilla. –Se reventó.- miró a Gerard. -¿Puedes cambiarlo?

Gerard ya estaba abriendo la puerta del auto para cuando él preguntó y nos pidió que bajáramos. Caminé de un lado a otro, cada vez más nerviosa, deseando que "lo malo" de mi visión fuera atrasarnos un poco.

-Cariño- Mikey me detuvo tomando mi mano. -¿Estás bien?

-Sí- miré al cielo. –Solo me preocupa mojarme. No quiero arruinar el vestido.- forcé una sonrisa.

Love will kill you [Mikey Way]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora