Love will kill you [Mikey Way]

Capítulo 40

Desde la visita de Sissy tengo la seguridad de que estoy mejorando. Haberle encontrado una explicación a mis sueños y tener la esperanza de que en cualquier momento podría tener novedades de Mikey me daban la motivación suficiente para salir de ahí.

Aunque el psiquiatra no lo viera de esa manera. Para él era una pérdida de tiempo que le siguiera dando vuelta al asunto de mis sueños durante el coma y que lo mejor era que me concentrara en el futuro. Por suerte no le hablé de Mikey, era un tema que me guardaba para mí y con el que fantaseaba mientras me pasaba el día en la sala común escribiendo o dibujando lo que recordaba del coma y escuchando las bandas que Sissy me había mostrado en su visita.

Esto último se lo debía a una de las enfermeras, era la única que me transmitía simpatía y a la que le gustaba consentirme. Más de una vez llegó a mí para decirme que Sissy había llamado a pesar de que por orden directa del psiquiatra no pudiera hablar con ella. Al parecer él compartía la teoría de mis padres y tal vez es por eso que cada vez me gusta menos asistir a las sesiones. Además de que insistía en que socialice con otros pacientes cuando lo que menos me despertaba ese lugar eran las ganas de hacer amigos. Varios lo intentaron, con la excusa de gustarle lo que estaba escuchando o intentar averiguar qué hacía, se acercaron a charlar pero los ignoré por completo.

Actuar como la versión desconfiada y antipática de mí con la mayoría del mundo tal vez no me ayudaría a salir de allí más rápido, pero era lo mejor que podía hacer cuando en verdad no confiaba en nadie. Sobre todo luego de saber lo que realmente me pasó esa noche en el bosque.

Por alguna razón, ese día no dejaba de pensar en eso. No en lo que aquella basura me hizo, sino en el después; el tiempo que pasé a la intemperie, con heridas que podrían haber llamado el apetito de algún animal, sin agua ni comida. Era un milagro que estuviera viva pero aún más grande era la suerte que tuve para que Mikey me encontrara.

-¿Qué estás dibujando?-

La pregunta me sacó por completo de mis pensamientos mientras escuchaba una canción de la banda de Frank. Atiné a tapar la hoja con el antebrazo y al alzar la vista hacia mi derecha me tomó unos segundos ver que la mujer detrás de los enormes lentes de sol y una peluca de cabello negro, era Sissy. Poco me importó ocultar mi dibujo o la regla de que no abrazar a las visitas por miedo a que nos pudieran pasar algo ilegal. Solté el lápiz, salté de mi asiento y la abracé con fuerza. Su risa me llenó los oídos y no me cabía en el pecho la felicidad de volver a verla.

-¿Por qué estás así?- pregunté una vez que nos dimos espacios y observé que se veía muy extraña. Llevaba un saco de lana que la cubría hasta las rodillas y unas botas texanas horrendas.

-Una de las enfermeras me comentó que el psiquiatra no está contento con que esté en contacto contigo y al parecer ya le dio aviso a tus padres- explicó en voz baja. –Por eso tuve que disfrazarme.- se quitó los lentes. –No tenemos mucho tiempo así que lo mejor es que actuemos rápido. Vamos a tu habitación.

-¿Por qué?- pregunté mientras ella me tomaba del brazo y nos dirigíamos hacia mi habitación. -¿Qué vamos a hacer?

-Salir de aquí- dijo en un susurro y nos metimos al cuarto. –Aquí tienes un poco de ropa, cámbiate mientras yo vigilo que no venga nadie.- me dio su bolso.

-¿Cómo? ¿Me vas a sacar del hospital?- pregunté muy confundida y con una mezcla de sentimientos que iba desde el temor hasta la alegría absoluta.

-Solo serán unas horas, no es para preocuparse pero si tenemos algo de viaje hasta donde necesitas ir.

-¿Qué pasará si notan que no estoy?

-Lo primero que harán es llamar a tus padres y ellos no tardarán en suponer que estoy involucrada.- estaba tan confundida que no sabía qué hacer, Sissy lo notó. Entonces se acercó a mí tomándome de los hombros. –Logré contactar con tu príncipe.- abrí bien grande los ojos. –En treinta minutos nos estará esperando en un café en la otra punta de ciudad. Así que ¿qué esperas para cambiarte?