Capítulo 35.

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-¿Qué te tiene tan ocupada?- preguntó Mikey recargándose en mis hombros para lograr observar lo que escribía desde hace unas horas. -¿Por qué te estás ocupando de esto?

Eché la cabeza y lo miré, sus ojos brillaban en un tono tan verde y vibrante como la copa de los árboles en pleno verano. Una gran sonrisa se dibujó en sus labios cuando nuestras miradas se encontraron, dejando a la vista sus dientes y sobre todo los colmillos que ahora delataban lo que era, y me tocó apenas la nariz con el dedo índice. Aquello me hizo reír y sentir un ligero cosquilleo desde la punta de mi nariz hasta el estómago, entonces sentí como despertaban los montones de mariposas y revoloteaban por mi abdomen porque aún no me acostumbraba a que fuera tan amoroso y sinceramente no quería hacerlo.

-Es nuestra boda, Mikey. Alguien se tiene que ocupar de que todo salga perfecto.- dije volviendo a mi tarea e ignorándolo.

-No tienes por qué hacerlo tú- en un pestañeo había acercado otra silla al escritorio y tomado asiento para mirar en detalle lo que decía en una de las hojas que tenía detalles sobre la decoración que quería para la recepción. –Puedo buscar a alguien que lo haga.

-No quiero a un extraño dirigiendo lo que debería ser el mejor día de mi vida- le quité la hoja. –Además me mantiene ocupada mientras estás en tus asuntos.

-¿Ya elegiste el vestido?- preguntó hojeando muy curioso el resto de hojas sueltas y desordenadas.

-No. Ni siquiera estoy segura del color. Busqué algunas ideas en internet pero nada que pueda ser confeccionado en menos de un mes.- me eché el cabello hacia atrás en un gesto de exasperación. -¿Por qué tuviste la gran idea de que nos casemos tan pronto?

-No te pareció mala idea cuando te pregunté- fue su excusa, a lo que rodé los ojos y él soltó una ligera risa. –Te tienes que relajar, amor- rodeó mis hombros con un brazo. –Todo irá bien. Todo será exactamente como lo deseamos.

-Hay un problema.- comenté mientras me mordía la uña del pulgar como consecuencia de la ansiedad que me generaba creer que no podría hacerlo.

-¿Hablas en serio?- asentí apretando los labios. –Ven aquí- me tomó en brazos y me sentó en su regazo, era reconfortante sentirlo tan cerca, ya no sentía su calor pero había ciertos roces que me daban estática al tocarlo. -¿Qué sucede?

-Me gustaría tener una boda pequeña. En la que solo estuvieran las personas que conocemos.

-Ya hablamos de esto, Hazel- me miró apenado.

-¡Lo sé! Y ese es el problema, cómo puede ser exactamente lo que deseo si hay que complacer al resto.- posé la cabeza en su hombro. –Si al menos estuvieran todos los invitados que quisiera.

-¿De quién hablas?-

-Mi tía Sissy- me aparté de su hombro. –Cuando casi nos casamos la primera vez me sentí muy mal de que ella no estuviera ahí para presenciar ese momento. Y ahora... no logré comunicarme con ella para invitarla esta vez.

-¿No averiguaste en el hospital?- agaché la cabeza.

-No tuve el valor- los ojos se me llenaron de lágrimas. –Me niego a creer que su cáncer la venció sin que pudiera despedirme.

-Está bien, mi amor. No tienes que hacer nada que no quieras. No quiero que estés triste- me abrazó y me besó la mejilla. -¿Qué otra persona te gustaría ver en la boda?

-Tal vez suene extraño pero, quisiera que estuviera tu padre- reconocí con un poco de vergüenza y él alzó las cejas. –Solo para sentir que es algo más familiar y no solo tu hermano y mis amigos entre decenas de extraños.

Love will kill you [Mikey Way]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora