Capítulo 34.

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Había algo mágico en ver como el sol se ocultaba detrás de los edificios y el cielo cambiaba de colores hasta volverse totalmente oscuro con los destellos de las estrellas decorando aquella oscuridad. No era solo la majestuosidad del atardecer sino el contexto. Como aquel fenómeno de la naturaleza sucedía mientras estaba cubierta con las sábanas, entre los brazos de Mikey, con el cuerpo cosquilleando de placer producto de nuestro amor.

Esa era la única explicación posible, amor. Solo así podía definir lo que sentía cada vez que veía a Mikey y era lo único que centelleaba en sus ojos al mirarme. Cuando me agarraba de la cintura y me besaba hasta terminar en su cama para recuperar el tiempo que pasamos separados. Fue lo que vi cuando una noche, me acompañó a mi habitación y con la timidez y nerviosismo que lo caracterizaba me pidió que viviera en su habitación. Prometiéndome que todo lo suyo sería mío.

Al principio creí que ese amor se ocultaría tras su imagen de supremo cuando hubiera otros vampiros que no fueran Gerard o Frank. Pero Mikey dejó en claro que no había razón alguna para que volvamos a ocultar lo que sentíamos. Porque cada vez que nos cruzábamos en el hotel y sin importar qué estuviera haciendo o quien estuviera presente, él dejaba lo que estaba haciendo para besarme o regalarme alguna flor que no entendía de donde sacaba y presumirme con el resto.

Fue un cambio inmenso, hasta comencé a sentirme como una celebridad dentro del hotel. Todo el mundo me saludaba y me hacía algún cumplido. De repente todo el mundo era amable conmigo y no había forma de pasar desapercibida pero ya no era molesto. También había alguna que otra mirada envidiosa de alguna vampira pero no me preocupaba. Tenía cosas más importantes que hacer.

Como el evento de esa noche. Donde Gerard presentaría varias de las pinturas en las que estuvo trabajando las últimas semanas y Mikey haría varios anuncios. Esto último me tenía bastante nerviosa. El último tiempo estuvimos hablando mucho sobre el futuro de La Orden y por lo animado que lo veía parecía que habría varios cambios. Solo deseaba que fueran beneficiosos para todos y que lo hubiera pensado bien.

-¿Nos das una mano Hazel?- preguntó Gerard sacándome de mis pensamientos.

Levanté la mirada hacia las escaleras de mano donde estaban subidos Gerard y Frank mientras intentaban colgar en el sitio que asigné unas preciosas guirnaldas.

-Ya voy-

Con unos ligeros movimientos de manos las guirnaldas decoraban el techo del lobby del hotel con pequeños cristales y hermosas flores artificiales.

-Pudiste hacer eso desde el principio- protestó Frank.

-Tengo demasiadas cosas que hacer como para ponerme a hacer el trabajo pesado- le di indicaciones a otros vampiros sobre cómo debían poner los arreglos florales en las escaleras y volví con mis amigos. –Está quedando bien ¿no?

-Increíble- dijo Gerard mirando alrededor. –Tienes un gran ojo para estas cosas.

-Gracias.- admiré como iba quedando todo. –Espero que nada lo arruine.

-No hay nada que lo pueda arruinar- aseguró Frank.

-Solo tu aspecto- señaló Gerard mirándome de pies a cabeza. -¿Así piensas andar vestida?

-Sí. ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?- miré mis jeans y la camisa oscura que le había robado a Frank hace unos días. En mi opinión no me veía nada mal.

-Es un evento importante, deberías usar algo elegante.

-No veo por qué, los que se tienen que lucir son tú y tu hermano. Yo estaré ocupada viendo que todo salga perfecto. Además- señalé la lista de tareas que llevaba en las manos. –Todavía queda mucho por hacer.

Love will kill you [Mikey Way]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora