Capítulo 23.

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Poco a poco volví a tener noción de mi cuerpo. Cada músculo estaba adormilado y sentí la cabeza como una maquina antigua a la que le estaba costando comenzar a funcionar. Tragué saliva, tenía la garganta seca al igual que los labios. No recordaba. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Respiré hondo y un aroma parecido al del humo se instaló en mi nariz. Las llamas, enormes, salvajes, que me rodeaban. Que nos rodeaban. Recordé el calor interno que sentí. La furia incontrolable cuando oí la risa macabra del supremo. No lo había logrado. Él escapó. ¿Y nosotros?

-¡Mikey!- exclamé sentándome y abriendo de repente los ojos en el instante que recordé lo último que vi.

Sin embargo ya no estaba el bosque. No tenía idea donde me encontraba. Solo podía ver lo que me rodeaba dentro de esa habitación. Las paredes de color negro se teñían del color de las luces verdes de neón que rodeaba el techo blanco. Frente a la cama, donde desperté, se hallaba una mesa de metal amurada, una silla de madera y un armario. Era difícil descifrar el color de los muebles con esas luces. A la izquierda la puerta, del mismo color que las paredes, resaltaba por el picaporte y un recuadre, como si tuviera una ventana que solo se podía abrir por fuera. A la derecha, una ventana tapiada por fuera con ladrillos.

Intenté levantar una mano para apartarme el cabello de la cara pero estaba atada. De pies y manos, con cadenas que tenían el grosor de un dedo, al suelo de la habitación y seguía llevando el vestido de novia. Tiré de la derecha, de la izquierda. Tiré de ambas cadenas con toda mi fuerza sobrenatural pero no hubo el menor cambio.

-¡AYUDA!- grité con fuerza a la vez que volví a tirar de las cadenas de mis manos.

Solo conseguí cansarme y caí rendida sobre el colchón otra vez. Fue cuando miré mis muñecas que noté en el antebrazo una sonda clavada. Retorcí el brazo y por como la aguja se movió tenía al menos cinco centímetros metidos bajo la piel. Quería arrancármelo pero el largo de la cadena no dejaba que juntara mis manos.

Cada vez tenía más preguntas ¿Qué era ese lugar? ¿El supremo me había metido ahí? ¿Por qué? ¿Qué planeaba? ¿Dónde estaban mis amigos? ¿Y Mikey? Las lágrimas rodaron por mis sienes de tan solo pensarlo. Rogué en susurros que alguien lo encuentre en el bosque si es que seguía ahí.

-¡¡SAQUENME DE AQUÍ!! ¡¿QUÉ HICIERON CON MIKEY?! ¡¡LO VAN A PAGAR!!

Solté alaridos de dolor cada vez que tiré de una cadena. Saldría a como diera lugar. Lo buscaría en cada rincón del mundo si era necesario. No me rendiría en ese momento. De repente las luces de neón se tornaron rojas. El foco sobre mi cabeza desprendió una luz roja intermitente y se encendió una sirena como si algo estuviera en peligro. Guardé silencio y miré fijamente a la puerta, creyendo que se abriría y entraría alguien a castigarme por los gritos. Pero no pasó, en su lugar, comencé a sentirme mareada. Miré mi antebrazo y un líquido se movía dentro de la sonda. Esa era la razón. Quería gritar, mover el brazo en algún ángulo que me quitara la sonda pero rápidamente comencé a ver puntos negros que se multiplicaron hasta abarcarlo todo y de nuevo. La nada.

***

Con el pasar de los días mis esperanzas morían. Solo sabía lo que pasaba dentro de aquellas cuatro paredes y lo único interesante sucedía cuando estaba bajo el efecto del suero. Porque al despertar, llevaba otra ropa. Una camiseta holgada y un chándal y tenía el cabello húmedo.

Llegué a la conclusión que quien fuera que me metió ahí me quería "viva". Desconocía bajo qué circunstancias mentales ya que la cordura era algo que se escapaba de mis manos en aquel lugar. La única teoría que tenía sobre el paso del tiempo era por el color de las luces en el techo. Que eran blancas cuando dejaban de sedarme -el día, según yo-y su tonalidad y color cambiaba con el paso de las horas hasta tornarse de un violeta intenso -la noche- no tenía sentido, pero cuando pasabas días atada a una cama era lo único que podías hacer.

Love will kill you [Mikey Way]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora