Capítulo 10.

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Cerré los ojos un instante y al intentar abrirlos nuevamente, me pesaban como si hubiera perdido por completo las energías. Me esforcé por mantenerlos abiertos pero todo más allá de la cama lo veía borroso.

Poco a poco mi vista se fue acostumbrando, no era mi habitación, ni mi cama. Las sábanas eran blancas al igual que las paredes y el techo. A cada lado de la cama había una baranda y por mis brazos bajaban sondas y muchos cables. Miré a la derecha, donde se hallaba una ventana. Afuera se veían las luces de la ciudad.

Intenté abrir la boca para decir algo pero solo conseguí que el aire ingresara a mis pulmones. No entendía nada y comenzaba a asustarme. Miré a mí alrededor, había montones de cosas pero por la oscuridad y mi visión, no logré divisar ninguna claramente. Hasta que reparé en lo que se encontraba a mi izquierda.

Mi madre.

No tenía dudas, su cabello castaño oscuro, su rostro de rasgos afilados y perfectos. La observé cómo dormía en un pequeño sillón y comencé a agitarme a la vez que mi visión volvió a nublarse por las lágrimas.

-Mamá. Mamá-

Quería que las palabras salieran de mi boca pero sentía la lengua paralizada al igual que los labios. Miré su mano, estaba cerca de la mía. Tenía que moverla, a como diera lugar. Debía saber que no era una alucinación. Cerré los ojos con fuerza, concentrando mis fuerzas en estirar mi mano hacia ella.

-¡Mamá!- grité abriendo los ojos.

Miré el techo de mi cuarto, iluminado por la luz del amanecer que entraba por la ventana. No me moví por casi un minuto intentando entender lo que había pasado ¿fue un sueño? Era imposible, no había forma de que un vampiro durmiera. Pero la última vez que miré al techo todavía era muy entrada la noche.

Intenté levantarme pero el cuerpo me pesaba tanto que tuve que arrastrarme al borde de la cama para bajar lentamente las piernas. Cuando usé todas mis fuerzas para levantarme aguanté un par de segundos de pie antes que las piernas cedieran y me desplomara en el suelo.

-¡Sissy!- grité desesperada y tardó un minuto en llegar a mi lado.

-¿Qué pasa? ¿Por qué estás en el suelo?

-No lo sé- empecé a asustarme. –Tengo miedo.

Me ayudó a volver a la cama y cuando acarició mi rostro sus ojos casi saltan de su rostro.

-Estás caliente.- murmuró.

-¿Qué?- toqué mis mejillas, era cierto, mi rostro y mis manos habían recobrado su calor.

-No lo entiendo- siguió mirándome. –Tus ojos volvieron a su color habitual. Mira- me pasó un espejo para que lo comprobara por mí misma. -¿Cómo es posible?

-¿Tengo cara de saberlo?- los ojos se me llenaron de lágrimas de terror.

No tenía idea de lo que estaba pasando. Anoche no había tenido ningún síntoma extraño. Solo me sentía algo cansada cuando estábamos regresando de la casa de campo pero se lo atribuí a todo el fin de semana en el que no paramos un solo segundo. De repente pensé en una explicación, la sangre que bebimos en la fogata. Podría haber estado envenenada y ninguno de ellos lo sabía.

-Pásame mi teléfono- le pedí a Sissy. –Tengo que llamar a mis amigos.

-Ok- me lo pasó. –Iré a buscar un poco de agua, estás muy sonrojada.

Mandé un par de mensajes. Necesitaba saber cómo estaban. Hayley y yo habíamos sido la que más bebimos de esa botella. No quería morir así, ni de ninguna forma. No en ese momento que todo estaba mejorando.

Love will kill you [Mikey Way]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora