La medianoche me encontró recostada en la cama, sobre las flores que no me molesté en apartar. Con su aroma dulce embriagándome y teniendo breves recuerdos de mi infancia. Donde el mismo aroma te recibía cuando salías al jardín de la casa de mis abuelos.
Se siente tan extraño que ya no quede nada de esa niña que perseguía mariposas y esperaba cada semana para llenarse el estómago de dulces caseros de la abuela. Esa niña dulce que creía en hadas y desconocía por completo la maldad. Que deseaba con ansias crecer y conocer el mundo. Sin sospechar que lo haría en difíciles circunstancias y siendo un ser inmortal nocturno que se alimentaba de la sangre de otros.
Me pregunto qué pensaría esa niña de lo que soy. Qué haría si le dijeran que el príncipe con el que soñó tanto tiempo es el jefe de todos los vampiros, al que su poder lo convirtió en un hombre egocéntrico y distante. ¿Insistiría en acercarse? Probablemente sí, lo haría porque no conoce la maldad y vería la bondad y ternura en el detalle de llenar una habitación de flores que la hicieran sentir bien.
Tal vez algo de esa niña queda en mí y revive cada vez que tocan mi corazón. ¿Será esa la clave para llegar al corazón de Mikey? Apelar a su lado más íntimo. Aquel que nadie aquí debe conocer y que Lucius se habrá encargado de oprimir para formar un líder óptimo a sus deseos.
Debía investigar. Así que abandoné mi habitación y bajé hasta el lobby del hotel. Crucé mucho más vampiros al salir del ascensor. Al parecer la noche los motivaba a recorrer el lugar. Nadie usaba las túnicas de La Orden, si ignoraba los ojos de todos ellos era como si estuviera entre pálidos mortales que se movían libremente por los pasillos. Seguí a un grupo de unas cinco chicas al bar. Ellas no me notaron y yo estaba más ocupada en mirar los detalles de la decoración que en su charla. Solo un detalle de su chara llamó mi atención, en el bar, servían sangre.
-¿Qué desea ordenar?- oí preguntar unos segundos después de sentarme en una de las banquetas de la barra y aparté mi vista del vitral gótico que se levantaba por sobre los estantes de la pared. –Oh, un nuevo huésped- señaló la mujer del otro lado de la barra con una sonrisa. -¿Estás de pasada, cariño?
-No. Creo que me quedaré.- respondí descansando los codos sobre la barra de roble macizo y brillante.
-Excelente noticia. Verás que es un lugar increíble. Mucho mejor que ese montón de piedra en el bosque.- sacó una botella de vidrio del mini bar que contenía un líquido espeso y rojo que no dejaba pasar la luz a través y llenó una copa de Martini.
-¿Cuánto es?- pregunté metiendo la mano en el bolsillo trasero de mi pantalón donde me quedaban algunos dólares.
-No te preocupes. Los residentes permanentes no pagan. Solo les cobramos a los mortales y personas que estén de paso.- explicó y colocó la copa sobre el posavasos que estaba frente a mí.
-Podría haber mentido.- dije agarrando la copa.
-Me hubiera dado cuenta. Eres totalmente transparente, querida- esbozó una leve sonrisa. -¿Qué te trae al hotel?
-Supe que las cosas cambiaron y quería comprobarlo con mis propios ojos.- le di un ligero trago a la sangre. –Siendo sincera, Lucius no me agradaba.
-Me alegra que tengamos algo en común- dijo ensanchando su sonrisa mientras limpiaba el resto de la barra. –Mucho ha cambiado desde que asumió el nuevo Supremo. Me cae bien. Es un joven agradable.
-¿Lo conoce?
-Solo lo he visto un par de veces. Suele aparecer por aquí al amanecer para tocar el piano que está allí- señaló un piano de cola negro que estaba en un rincón poco iluminado. –Para una vieja vampira como yo es sencillo descifrar las intenciones de otros con solo mirarlos. Él es como tú. Transparente.
ESTÁS LEYENDO
Love will kill you [Mikey Way]
VampireHazel era muy ingenua. La tipica hija de buena familia buenos amigos y bien educada. Pero ahora, que los errores han sido cometidos, debe adaptarse a una nueva vida donde reina la oscuridad y las costumbres de esos mitológicos chupasangre. Mikey viv...