Capítulo 22 🌷

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«Giro inesperado»

Julia

Las puertas del ascensor se cierran haciendo que lo último que vieran mis ojos fuera su figura con sus ojos cristalizados. Intento mantener mi postura al encontrarme sola en el pequeño espacio, con una mano en mi pecho, tomo mi móvil de mi bolso, no lo pienso mucho y marco el número de Thomas. Para mi sorpresa contesta más rápido que cualquier, no soy capaz de emitir ningún tipo de palabra, mi llanto es razón suficiente para que este se alarme.

—¿Dónde estás? — Pregunto del otro lado, algo exaltado —¿Estás bien?

—No puedo respirar — Musito sin muchas fuerzas — Me duele el pecho.

—Debo creer que estás en tu edificio, voy por ti, pero no intentes moverte sin antes avisarme.

Las puertas del ascensor se abren y me dedico únicamente a salir lo más rápido de este para luego ser golpeada por una bocanada de aire fresco. El fuerte latido de mi corazón es familiar, es como si realmente lo hubiera sentido durante toda mi vida, al igual que la horrible sensación de que todo a mi alrededor parece una bola de boliche.

La decepción, el dolor y las lágrimas me comienzan a robar todo tipo de energía que mi cuerpo tiene, cuando observo mi alrededor en busca de alguien que me auxilie aparece la figura de Thomas corriendo hacia donde me encuentro.

Caigo en sus brazos mientras tengo otro ataque de llanto, ambos terminamos en el suelo. Thomas intentando calmar mi llanto y yo sin poder respirar, tengo un nudo en mi garganta y el dolor en mi pecho no desaparece.

—Tranquila, todo estará bien — Dice este mientras acaricia mi mejilla.

—Me duele — Me quejo sintiendo como las lágrimas no parar de rodar por mi rostro —Me duele mucho.

—Lo sé cariño y lo lamento mucho, pero no puedes quedarte de este modo — Expresa mirándome a los ojos —Tenemos que ir a casa.

Asiento a sus palabras y como puedo con su ayuda camino hacia su auto, una vez allí dentro observo la ventanilla con deseos de sacar de mi mente aquella horrible imagen, porque por más que lo intente no sale de mi cabeza el verla desnuda en su cama y él mirándome a los ojos como si realmente no esperara mi presencia en aquel lugar.

Una parte de mí odiosamente lo esperaba, porque alguien como yo nunca podría ser feliz. No es algo normal, definitivamente el amor está fuera de mi alcance y por más que estoy segura de los motivos, eso no significa que deje de doler.

Debí esperarlo, ella siempre ha logrado cada cosa que se ha propuesto y aún pensé que con Alex sería una excepción. Cualquier hombre la elegiría sobre mí y fue más que estúpido pensar que esta vez no pasaría lo mismo que siempre. Me siento la mujer más idiota del planeta con esa ideología, que el amor lo puede todo y que siempre sale triunfando.

Todo es una mierda, el amor es una mierda y yo también lo soy.

Es casi inaudito como un hombre puede tener tanto poder en mí, ni siquiera sé por qué lo hice. Porque confié en él ciegamente a pesar de saber que soy propensa a salir herida constantemente.

Sabía que iba a pasar, pero de igual forma me quede y me ilusione solo para salir lastimada como normalmente pasa. Me convencí a mí misma de que todo era real, que sus sonrías, que sus ojos fijos en los míos y sus constantes bromas eran más real que cualquier cosa en mi vida.

Me propuse sacar todo pensamiento negativo de mi mente con tal de solo dejarme llevar por el momento y no sobre pensar cada cosa. Disfrutaba esos pequeños momentos juntos, donde todo nuestro alrededor desaparecía, porque a pesar del temor que sentía de tan solo pensar el amor, mi cuerpo y mi corazón tiemblan sin control.

Amar No Es Para Gordas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora