Capitulo 9 🌷

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«Enfrentamiento con la realidad»

Julia

Es navidad y la mitad de la ciudad almuerza con sus familias, en cambio, Alex y yo nos encontramos viendo Game of Thrones una de las últimas temporadas junto a un gran tazón de palomitas. No es un plan que desprecie, de hecho, es el mejor que he tenido en muchas navidades y aunque tenemos una discusión sobre quien se merece el trono de hierro, es divertido pasar tiempo a su lado.

El miedo de que los momentos dulces y románticos desaparezcan cuando cruce la puerta de este apartamento me respira en la nuca, digamos que le temía a la realidad. Y nadie puede juzgarme por ello, la realidad es cruda y casi siempre aparece sin previo aviso. Solo te desestabiliza por completo sin importarle ningún tipo de consecuencia.

Alex y yo lo había hecho, no puedo olvidar y siendo sincera conmigo misma tampoco pienso hacerlo. Le temía a mi primera vez porque los sujetos tienden a ser unos idiotas cuando se trata de ello, se les sube el ego hasta las nubes y aun no entiendo por qué. Pero digamos que sentía la presión de que nadie podría mirarme de esa manera y mucho menos que sintieran atracción sexual, bueno de hecho ningún tipo de atracción hacia mí.

Y es ahí donde entra Alex con aires de grandeza, desestabilizando toda mi maldita inseguridad y haciéndome creer solo por un segundo que no soy diferente a las personas que me rodean. Es bonito cuando lo hace, alguien además de mis padres me hace sentir especial y eso no ocurre todos los días.

—¿Estás mirando? — Pregunta Alex mientras un poco más se atraganta con las palomitas —Que poder el de Daenerys — Comento asombrado.

—El de Sansa es mucho mejor — Contraataco comiendo palomitas.

—Ella tiene tres dragones — Dice más que obvio.

—Sansa comenzó como una niña caprichosa y ahora es toda una mujer empoderada — Recalco —Eso es poder, no tenerlo y hacerte de uno. No ir por los mares diciendo que el trono de hierro te pertenece por herencia.

—En esta discusión correrá sangre — Emite sonriendo de lado con una pizca de perversión en dicha sonrisa.

Sus manos comienzan a hacerme cosquillas por todo el cuerpo y las palomitas terminan en toda la cama, mientras que yo me retuerzo por las cosquillas. En el momento en el que nuestras miradas se conectan, sus labios se posan sobre los míos de una manera dulce y lenta.

La puerta del apartamento suena y nos saca del trance que atravesamos, somos consciente de que nuestra vestimenta no es la mejor. Nos reímos por ello, pero nuevamente tocan el timbre, tras ello Alex comprende que parece ser urgente, así que sale de la cama para luego dirigirse hacia la sala del apartamento. Me dedico a seguirle el paso mientras me coloco la bata uno de sus buzos y dicha sorpresa la persona que se encuentra del otro lado.

Lorena.

Que oportuna su llegada.

Puedo observar que su estado de ebriedad es mucho peor que el de Thomas, ella cae rendida a los pies de Alex y este me mira como si estuviera pidiendo mi ayuda. A pesar de no querer, me dirijo hacia él para ayudarlo a llevarla al sofá más cercano a la puerta.

Me lo quedo mirando y precisamente no para pedir una explicación, aunque si lo deseaba no soy nadie para pedirla. Mi amiga está en su sofá, en su apartamento como si no fuera la primera vez y siendo completamente sincera conmigo misma, aquello me confunde más de lo que puedo admitir.

—Alex — Susurro ella entre dormida y él no sabe qué hacer ante mi mirada acusadora.

—Debo prepararle un agua con limón — Comenta mientras se acerca a la cocina, obviamente ignorando mi disimulada manera de una explicación.

Amar No Es Para Gordas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora