Capítulo 24 🌷

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«El desamor y sus desventajas»

Julia

Desamor, el maldito sentimiento que arruina todo intento por sobrevivir a la vida, he tenido la desgracia o la suerte, ya no lo sé correctamente. Pero lo he experimentado tantas veces que siento que tengo una maestría en dicho sentimiento. Obviamente, las palabras no son suficientes para describir lo horrible que se siente pasar por este, muchas veces lo he intentado, pero cuando terminas llorando a la mitad de la explicación se complica bastante.

Algunas pienso que mi mente va demasiado lejos, idealizando la vida de color de rosa cuando es más que evidente de eso no es verdad. De rosa no tiene nada, mejor dicho es negra, la muy maldita no sabe cuando parar de darte golpes sin importar cuantas veces te hayas levantado para seguir peleando contra la negativa de tener que respirar.

Muchos ignorantes dicen que es la magia de la vida y que tienes que sobrevivir a sus cambios repentinos, digamos que no coincido con eso en lo absoluto. No creo que la vida tenga que sobrevivirse, sino ser vivida con paz y tranquilidad, tener la seguridad de que cada acción que realizas dejara una huella para bien o para mal.

Un ejemplo de una horrible huella es el desamor, la agonía que siente el corazón cuando lo hieren de una manera tan atroz. Es como me siento en este momento, cubierta completamente con una manta, con dolores de cabeza de tanto llorar y deshidratada por la cantidad de lágrimas que he soltado.

A pesar de haberse creado muchas canciones que podrían darle en el clavo a este penoso sentimiento, en este momento no me siento identificada con ninguno. Solo sé que el dolor en mi pecho no parece normal, que mientras más pienso en lo ocurrido más patética me siento. Que sin darme cuenta romantice todo, tal vez él ni siquiera me ama y yo me lo he imaginado todo. De hecho, no sé qué pensar exactamente, solo puedo asegurar que duele.

Duele mirarlo desde lejos, duele, escuchar su voz, pero nada duele más que recordarme constantemente que nada fue real ni nunca lo va a ser. Que sus miradas no fueron más que una vil jugada de mi maldito corazón, que sus besos fueron como besar a judas y nunca logre darme cuenta.

Nunca logra entender que poder ha obtenido en todo lo que me respecta, no sé exactamente en qué momento mi corazón decidió entregarse por completo a esos ojos confusos que no hacen más que estrujar mi maldito corazón.

Muchas veces me pregunté como me vería enamorada, me hubiera quedado con la puta duda.

Mi corazón duele y es lo único que sé, intento alejarme de cualquier pensamiento que lo relacione, han pasado semanas y no lo he visto ¿Eso ha mejorado mi situación? En absoluto, siento un hueco en el pecho donde tendría que ir sus bromas, sus sonrisas y sus constantes susurros que me hacían sentir viva.

—Julia — Nombra Thomas desde la puerta de la habitación —Deberías desayunar — sugiere con una bandeja en sus manos.

—No puedo — Conteste cubriendo mi rostro con la manta —No quiero comer.

Por un pequeño orificio de la manta puedo ver que Thomas deja la bandeja en la mesa de luz para luego sentarse a mi lado, movió la manta de mi rostro para mirarme fijamente.

—¿Por qué le das tanto poder a ese idiota? — Pregunto sin rodeos —No le permitas que robe toda tu energía, eres una mujer brillante, con o sin él, preciosa.

—¿Algún día dejará de doler? — Pregunto balbuceando intentando no llorar —Porque aún duele mucho.

—El corazón roto tarda en sanar — Dice moviendo el mechón de cabello de mi rostro —Pero será más lento si te quedas encerrada en esta habitación llorando.

Amar No Es Para Gordas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora