Capitulo 12 🌷

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«Ambiente Incomodo»

Julia

Una nueva semana de trabajo ha comenzado, mi mente se encuentra en un estado de ahorro de energía mientras intento no olvidar las incontables definiciones que tengo en ella. La cafetería estos días ha estado al tope, la gente no nos ha dado un minuto de descanso y a pesar de que Thomas se encuentra en busca de más personal mientras nosotros somos explotados.

Luego de un largo turno cierro la cafetería mientras observo como Jacob se va con su novio, yo por dentro deseo tirarme encima de mi cama y no despertar por meses si en necesario. Mis pies se arrastran por el suelo mientras limpio las máquinas de café, mi cabeza me duele horrores, pero de igual forma intento mantener mis ojos bien abiertos.

Escucho alguien detrás de mí y para cuando me doy vuelta me encuentro que se trata de Thomas totalmente embobado mirándome, intento reír ante su mirada atenta para no demostrar que me incomoda más que nada en este planeta.

—¿Hoy cierras tú? — Pregunta sentándose encima de la barra.

—Deje que Jacob se fuera con su novio — Sonrió mientras paso un trapo por la máquina.

—Has tenido un largo turno ¿No prefieres que te lleve a tu casa?

La última vez que estuvo en mi casa no pasaron cosas buenas, bueno en cierto sentido si fueron buenas. Solo que esta vez no deseaba repetirlo, había bajado la guardia en aquel momento y todo lo racional había desaparecido por completo. Entendí que no fue correcto y que había sido una completa zorra.

—¿Podemos hablar de lo último que paso en mi apartamento? — Consulto dejando de lado mi tarea.

—Creí que ya lo habíamos hecho — Cuestiona extrañado.

—Fue un error — Doy por hecho —Un error que no quiero volver a cometer y lo lamento. Tienes derecho a decirme lo que quieras e incluso insultarme o echarme.

—Sería muy inmaduro de mi parte hacer cualquiera de las cosas que mencionas — Responde dando algunos pasos hacia donde me encuentro —¿Cómo se me ocurriría echarte? — Pregunta riendo de lado —Es mi excusa perfecta para verte todos los días.

—Thomas — Nombro perdida en su mirada.

—No voy a alejarme de ti — Asegura sin quitar su mirada de la mi —No estás lista para aceptarlo, pero cuando lo hagas estaré esperándote con los brazos abiertos.

El momento incómodo vuelve a presionarme, mi corazón se acelera cuando este roza su mano con la mía. Mi cuerpo parece tener un objetivo cuando un calor lo corre, me mentalizo para no volver a meter la pata, pero sus ojitos color miel no hacen más que tentar al destino.

—No — Decreto con un nudo en mi garganta —No puedo volver hacerlo, realmente lo lamento.

Hago lo típico en las novelas, salgo corriendo no sin antes tomar mis cosas y mientras camino hasta la parada del bus soy consciente de que son altas horas de la madrugada, que no hay ni un alma caminando por las calles y que tal vez hacerme la actriz no fue una buena idea.

Tengo miedo y no me creo lo suficientemente idiota como para no confesarlo. Respiro hondo mientras espero el bus, pero cuando pasa media hora y ninguna luz me ha indicado que este se acercaba a la parada comienzo a preocuparme realmente.

Veo como una figura sale de la oscuridad y sin pensarlo a pesar de no ser religiosa, comienzo a rezar como veinte padres nuestros para que se apiade de mí.

—¿Sabías que es peligroso estar sola a estas horas de la madrugada? — Comenta una voz que reconozco.

—¿Thomas? — Interrogo intentando que mi miopía no me afecte más de lo normal.

Amar No Es Para Gordas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora