Capitulo 7 🌷

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«Acción de gracias»

Julia

 Han pasado algunas horas, no he dejado de mirarme en el espejo, después de unos treinta cambios de atuendo, he decidido que soy un desastre para elegir ropa y que obviamente necesito ayuda urgente. Recuerdo rápidamente que Lorena se encuentra en la casa de sus padres y que no puede correr a mi auxilio.

Después de mucho buscar en mi armario me doy por vencida cuando mi mirada cruza con un lindo vestido bordo que mi madre me había regalado hace años, pero nunca tuve la seguridad para usarlo. Sostengo la percha en el aire para poder observarlo bien y ver si termino por convencerme, miro hacia el reloj de mi habitación y veo que solo tengo tres horas para arreglarme para la fiesta.

Me meto en la ducha con la intención de no salir durante horas, pero en el momento en el que el agua caliente recorre mi cuerpo me relajo por completo. Unos quince minutos después me doy la tarea de salir de la ducha envuelta con una bata de baño, doy algunos pasos hasta encontrarme nuevamente en mi habitación.

Lore siempre me ha dicho que lo primero que debo hacer es maquillarme y luego vestirme, así que es lo primero que hago. Me siento en el tocador y mientras observo el maquillaje que tengo me doy cuenta de que no tengo nada. Intento hacer lo que puedo con lo que tengo.

En cuanto termino me camino hacia donde se encuentra el vestido, me lo coloco y mientras me ajusto las tiras que los tacos tienen observo que mi figura no es benefactora cuando en lo absoluto. El vestido de último momento tiene un escote en forma de corazón, con un largo hasta mis tobillos, sin mangas, pero con tiras finas. Lo acompaño con unos zapatos negros muy bellos, que Lore me regalo para mi cumpleaños.

Me coloco perfume y un saco negro encima del vestido, hace frío y no pienso tragármelo solo para verme aceptable entre toda esa gente llena de dinero. Digamos que busco más la aprobación de aquellos que estarán en la fiesta y no tengo ni idea de porque o tal vez si lo sé. Yo era la pobre y ellos los adinerados, obviamente que se iban a dar cuenta de que no pertenezco a ese mundo.

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Escucho que un auto toca bocina, por lo que me acerco a mi ventana para ver si es para mí y porque es Thomas, alias mi jefe el que se encuentra apoyado en el capot del auto negro como uno de esos hombres en las películas de acción. Se ve espléndido, traje color gris, camisa blanca debajo de este, algunos botones desabotonados y una sonrisa amplia.

Me doy la tarea de bajar y cuando me encuentro en el ascensor los latidos de mi corazón parecen elevarse con rapidez, por lo que coloco la palma de mi mano en mi pecho para poder detenerlos. No estoy segura si se trata de los nervios o del miedo que me ocasiona toda esta situación.

La idea de no ir cruza mi mente por unos segundos, la sonrisa de mi rostro se borra de tan solo pensar que tendré que hablar con ellos. Sus miradas acusadoras me observarán fijamente para asegurarse de que lo que llevo puesto será de algún diseñador o algo por el estilo.

El sonido del ascensor llega a mis oídos y esa es mi señal para salir de este, camino hacia la salida del edificio para encontrarme con Thomas. Este ni siquiera intento disimular su asombro cuando su mirada se dedicó a recorrer mi cuerpo lentamente.

—Te vez hermosa — Exclama sin aliento —Demasiado diría yo — Agrego para luego reaccionar y abrir la puerta del acompañante por mí.

—Muchas gracias — Sonrió mientras me dedico a entrar al auto.

El viaje comienza y el silencio reina inmediatamente en el ambiente, mis manos sudan por el simple hecho de tenerlo al lado mío. Aquella conversación que habíamos tenido cuando su ebriedad le impedía hasta caminar, llego a mi mente de manera a vergonzante.

Amar No Es Para Gordas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora