Oh, shit

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El día en que todo comenzó, fue un día común y corriente para mí.

Me desperté a las 4.30 para hacer el desayuno a las tres personas que había en la casa: mi mamá, mi padrastro y yo.

Cuando los llamé a desayunar no fue sorpresa que no aparecieran y luego se quejaran de que estaba frío.

Mejor me metí a la ducha para no seguir escuchándolos, con esa agua helada que me encanta aunque estemos a catorce grados.

El momento en el que ya estaba terminando de arreglarme eran casi las 5.45, hora de que el autobús de la escuela pasara por mi.

Pero gracias a las tareas que me puso mi madre, se fue, y tuve que llegar caminando a la escuela.

No era la primera vez que esto pasaba, y de seguro tampoco fue la última, mucho menos fue la primera o última vez que la vi allí, sentada en las escaleras frente a la puerta de una casa, sonriéndome.

Esperaba que ese día muchas cosas malas pasaran, porque era día de examen y no había podido estudiar bien.

Pero fue todo al contrario desde que ella comenzó a caminar a mi lado.

Me quedé en silencio, no sabía que temas de conversación podría tener con ella, podría ser de mi salón, incluso vivir cerca de mi casa, pero no había nada más que tuviéramos en común.

Ella era Cheryl Marjorie Diosa Apoteósica Blossom, heredera de la gran fortuna que poseía su familia, no tendría nada que estar haciendo conmigo: Antoinette (mejor dicho Toni) Topaz.

No había nada de extravagante ni de lujoso en mi nombre.

-Hola -me sonrió y pude ver esa perfecta dentadura, no es que nunca me hubiera fijado en ella, claro que lo había hecho, pero de cerca se ve más... perfecta, como perlas increíblemente blancas-. Es descortés no saludar de vuelta.

Tenía razón, aún así solo levante las cejas, como si eso para ella fuera suficiente.

-Como sea -continuó, honestamente estaba sorprendida de que siguiera ahí-. Anoche dormí muy bien, tengo esta nueva almohada que me hace sentir cono si estuviera flotando, tal vez por eso soñé que montaba un unicornio sobre un puente de arcoíris y llovían dulces -soltó una pequeña risa-. Sé que es estúpido.

Seguí sin responder, todavía procesaba el hecho de que me estuviera hablando.

Ella.

A mi.

-No tienes que hablar si no quieres -sacó una caja de chicles y me ofreció una pieza, a lo que yo me negué-. Es sólo que quería hablarte desde hace varios días y hoy... decidí no seguirte como una acosadora -se paró en seco, lo que hizo que por inercia yo hiciera lo mismo.

-No te preocupes -por fin dije, pero mi voz salió como un silbato, estaba nerviosa, ella me pone nerviosa.

Seguimos el trayecto en silencio y yo todavía analizaba como sonaron esas tres palabras y como pudieron haber sonado si yo no fuera tan idiota.

Llegamos y saludé en silencio al guardia de la entrada, aún podía sentir la mirada de esa pelirroja sobre mi.

Era temprano todavía, no vivíamos tan lejos, pero había mucha más gente en el trayecto de ida que demoraba la llegada a los que sí madrugábamos.

Faltaba una hora para las clases, así que decidí ir a la biblioteca, siempre lo hago, porque nunca hay nadie; pero no esta vez, ella estaba ahí.

A excepción de la bibliotecaria estábamos ella y yo, solas, en silencio.

Tomé un libro cualquiera y Cheryl hizo lo mismo, cuando la verdadera razón por la que lo hice fue porque no quería estar mirándola embobada durante una hora entera.

Aún no es demasiado tarde {CHONI}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora