Family is the worst

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Sus dedos simplemente saben dónde tocar para que me sienta bien.

Le pido en un susurro que suba la velocidad de sus dedos, para que nadie escuche lo que hacemos.

Besarla evita que los sonidos salgan de mi boca, claro, a menos que me muerda.

Gimo su nombre, aprendí que al hacer cosas que le gustan, lo hará justo como se lo pido.

Recorre mi cuerpo desnudo con sus manos, ejerciendo presión en los puntos de placer que aprendió a identificar.

Me dio el reto de no tocarla, poniendo como excusa sus heridas. Pero ella y yo sabemos que eso no sería inconveniente. 

Porque de todas formas me dejaría pasivear.

Sus dedos hacen círculos en mi centro y me muerde el cuello con una mano en mi boca para no hacer ruido.

Mis piernas tiemblan, el abdomen se me contrae, araño su espalda para tenerla junto a mi cuerpo y pasar la lengua por su cuello, jadea y ahora es ella la que tiembla.

Dejo salir mi orgasmo en sus dedos y suavizo mi toque en su espalda. Beso esos carnosos labios de ella y la pongo boca arriba en la cama.

Con cuidado introduzco uno de mis dedos en su entrada y se muerde el labio inferior con tanta fuerza que creo que le salió sangre.

¿De esto me perdí todo este tiempo por ser pasiva?

Se siente increíble tenerla temblando y sentir sus músculos contraerse es simplemente maravilloso.

La verdad, se vino más rápido de lo que esperaba. Lamí mis dedos, no solo sus besos son deliciosos.

-¿Y dices que yo soy la que se rinde fácil? -susurré en su oído.

-Eres... una... -respiraba con dificultad.

-¿Una qué? -la recosté sobre mí y nos cubrí con una sábana-. ¿La mejor novia del mundo?

-También -sonrió cansada-. Pero no sabes obedecer órdenes.

-Tendrás que esposarme -acaricié con cuidado donde había arañado.

-Créeme, lo haré -me besó, le era difícil ocultar su sonrisa.

-Ahora tienes que descansar -la seguí besando-. Y vestirte, también tienes que vestirte.

-Así como me desvistes, deberías vestirme.

La ayudé a ponerse la pijama sin lastimarse y me robaba uno o dos besos en el proceso.

-Me encanta estar contigo -esta vez me dejó ser la cucharita grande-. Te amo tanto.

-Te amo -entrelazó nuestros dedos.

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La mañana siguiente estábamos solas, "de seguro fueron a trabajar" pensé.

Pusimos la música a todo volumen en los altavoces.

Hicimos mascarillas que encontramos en internet.

Bailamos y cantamos a todo pulmón con las películas que descargamos piratas de un sitio ilegal.

Hubieron muchos, demasiados, besos. De todo tipo y... en todo lugar.

Nos dimos cuenta de que lo único que podíamos cocinar para sobrevivir eran panqueques, buscamos varias recetas e hicimos lo que pudimos sin que supiera tan asquerosamente horrible.

Me escuchó por horas hablarle de los personajes de mi nueva historia y me miraba con dulzura, pero sin dejarme hacer estupideces, cómo matar a todos los personajes en el último capítulo.

Aún no es demasiado tarde {CHONI}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora