Aún no es demasiado tarde {CHONI}

Beg For My Mercy

No es sencillo ir a terapia con tu pareja adicta a los somníferos sabiendo que nunca antes habías tenido pareja (o terapia) antes.

Muchos meses con muchas cosas y experimentos locos, finalmente terminamos el tratamiento.

-Creo que... Oficialmente, hemos terminado - habló la Dra. Burble.

Dimos las gracias y nos retiramos.

Nos estábamos quedando en un lugar muy pequeño que podemos cubrir con los trabajos extra que hemos conseguido.

Pusimos nuestras pijamas y la abracé al recostarnos en la cama.

-Lo logramos, querida - susurré en su oído -. Finalmente lo logramos.

Me besó con ese delicioso labial que me vuelve loca.

-Tenemos que celebrarlo -siguió besándome y desabotonaba mi camisa-; además... ya casi es tu cumpleaños.

-¿Estás insinuando... -se me sigue haciendo imposible dejar de besarla cuando le quiero hablar-... que no habrá regalo de cumpleaños?

-Jamás dije eso -¿en que momento quedamos desnudas?-. Pero puedes sacar tus propias conclusiones.

Clavó las uñas en mi espalda dando pequeños lengüetazos en mis zonas sensibles.

-Sabes que no voy a parar hasta que grites mi nombre -sus manos provocaron que arqueara la columna -, ruega por mi piedad.

-Tendrás que hacer un buen trabajo para que eso pa... -sus dedos en mi entrada interrumpieron mis palabras.

-¿Decías?

Finalmente pude acostumbrarme a sentirla dentro de mí... en varias maneras. Suelo disfrutar de hacer lo mismo con ella, pero se siente mucho mejor.

Sus dedos golpean fuerte contra mi clítoris, haciéndome estremecer cuando sus dientes se clavan en mis pezones erguidos.

-Dilo -susurra con elegancia cerca de mis labios-, hazlo o voy a parar.

-No... -sus uñas me raspaban por dentro-. No pares.

-Dilo -reiteró. Disminuía en velocidad sus movimientos.

-Cheryl... -mordió mi labio inferior y gemí de placer-. ¡Cheryl!

-¿Sí? - sentía mi orgasmo cada vez más cerca.

-Así... -metió su lengua en mi boca-, por favor.

-Dominada -dejé mi excitación salir en sus dedos y la empujé por los hombros.

-No vuelvas a hacer eso -sentí que había corrido por kilómetros sin parar.

-Bueno... eso lo veremos -sonrió y me besó una vez más-. Ahora vístete, vamos a salir.

-¿Qué? -miré el reloj junto a la cama-, casi es media noche y... -esa sonrisa me quita el aliento-, olvidas que seguimos siendo menores de edad...

-¿Vas a ir o no? -levantó una ceja-, es sorpresa.

-Debes dejar de manosearme para hacer lo que quieres -me puse de pie para vestirme.

-Lo pensaré -me abrazó por la cintura y besó mi mejilla, ¿cómo puede pasar de modo "te voy a dejar coja por una semana" a "eres lo más importante en mi vida" en cuestión de segundos?

Invitó a todos nuestros amigos a una pequeña reunión en la Bonne Nuit, celebramos por un rato antes de que se hiciera demasiado tarde para que el clima congelara las bebidas.

Salimos tarde, tal vez demasiado. Unas personas de aspecto sospechoso estaban en la esquina, sugerí que tomáramos un camino diferente, pero no quiso escucharme.

Si me pagaran por la cantidad de veces que sospecho cosas que terminan siendo ciertas, tendría a las Kardashians de amas de casa y a J. K. Rowling haciendo un ensayo de dos mil páginas sobre por qué la transfobia está mal y que las personas se respetan en el sótano de mi casa de tres pisos.

Puñaladas en múltiples lugares del abdomen y piernas, escuché cuando los camilleros nos llevaban corriendo por el hospital.

Sólo recuerdo que uno de ellos me tenía contra un alambre de púas y el otro apuntaba con una pistola a su cabeza.

Y recuerdo que le dijo "ruega por mi piedad".

Escuché un disparo al cerrar los ojos.

Y todo se volvió negro.