I fell for you

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¿Resulta raro pensar en una persona todo el tiempo y querer casarte con ella?

Tal vez.

A veces me gusta reclinar un poco la silla hacia atrás cuando estoy pensando, sé que algún día me voy a caer, pero hoy, tratando de alcanzar su silla para preguntarle por qué demonios se ve tan hermosa, y efectivamente me caí, de frente, seguramente partiéndome la nariz.

Toda la clase se me quedó mirando, algunos aguantando sus risas y otros dejándola salir libremente, yo también me reiría de mi estupidez si el dolor me lo permitiera, pero ella se hizo a mi lado y me pasó algo para cubrirme la nariz para ayudarme a levantar y llevarme a la enfermería.

Cómo si fuera raro, la enfermera me ofreció una aromática y una bolsa de hielo, Cheryl se emputó, me dijo que volvería pronto, y dos minutos antes de que ella regresara, le informaron a doña "te puedes partir un brazo y la aromática lo curará" que un niño había rodado por las escaleras.

- Lamento la tardanza mon amour, no puedo creer el pésimo servicio de enfermería que hay por aquí -fue por una bolsa de hielo y se sentó junto a mi -, déjame ayudarte.

Puso delicadamente su mano sobre la mía y retiró la cosa con la que detuvo el sangrado. Envolvió unos cuantos hielos de la bolsa en otro pañuelo limpio.

-Va a quemar un poco -advirtió, jadeé y cerré los ojos por el cambio de temperatura tan brusco-. ¿Qué estabas pensando? -abrí los ojos con cuidado, su mirada clavada en la mía no hace las cosas más sencillas.

-Sólo quería preguntarte algo -bajé la mirada, y me di cuenta de que su mano seguía sobre la mía.

-Me lo puedes preguntar ahora -ahí está esa puta sonrisa otra vez, parece que sólo sonrie así conmigo-. Somos tú y yo nada más -se acerca a mi, ¿es posible que se pueda estar más cerca?, sí: un beso, ¿se lo voy a dar?, no: tengo la nariz ensangrentada.

- Es que... -juro que entreabrí un poco la boca, esta mujer me pone nerviosa-, hoy te ves bonita -sonreí de lado-, muy, bonita, cómo siempre, pero..., quería saber cómo lo haces. Ya sabes: ser tan hermosa.

-¿Crees que soy hermosa? -volvió a sonreír, y ahora lo que me quemaba no era solo el hielo, mi cara y mi pecho también se sentían hirviendo-. Tú sin duda eres muy hermosa, no hay por qué tener celos, cariño.

-No soy celosa -mi corazón se me estaría saliendo del pecho si no la tuviera tan cerca-. Soy muy, pero que muy gay.

La noté reír con esa sonrisa irreal y divina que solo le pertenece a ella.

-Y sé que tú también lo eres -volví a decir, no ocultó su sonrisa como cuando Verónica le preguntó lo mismo-. No eres la única en el pueblo que sabe donde conseguir información.

-Entonces ¿qué harás al respecto? -sentí su respiración caliente golpeando contra el frío hielo de mi cara- ¿Me vas a esposar?

- Es muy probable que lo haga -quitó su mano de la mía y acarició un poco mi mejilla, pasó su pulgar por mis labios y tuve que ser muy valiente o muy estúpida para no besarla en el acto.

-Aquí no -bajó la misma mano a mi pecho y juro por lo que sea que también sintió cómo quemaba. Quitó el pañuelo con hielo de mi nariz y buscó algo para limpiarme la sangre, luego me puso una curita y me abrazó, su corazón también estaba acelerado, con los minutos que pasaban pude sentir que se relajaba al estar entre mis brazos, se acomodaba en el hueco de mi cuello y acariciaba mi espalda. Ella tampoco quería que se acabara ese momento -. Pronto, pero aquí no.

La enfermera llegó con el niño que se había partido la cabeza y le ofreció una aromática, contuvimos las risas y decidimos dar una vuelta por el colegio, la profesora igual no se dará cuenta de que faltamos.

Aún no es demasiado tarde {CHONI}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora