I

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Entramos a la sala de estar. Olía a tabaco y salía humo del cenicero que había sobre la pequeña mesita de madera y cristal que había frente a los dos sofás colocados de forma que formasen una "L". Junto al cenicero había una taza de café.

-Papá, ¿desde cuándo fumas?- mi padre se acomodó en el sofá.

-Desde que desapareciste por culpa de cierto crío que se cree adulto- Philip tomó una gran bocanada de aire por la boca, por tal de no responderle. Lo miré disculpándome con la mirada.

-Papá, no fue culpa de nadie, fui a conocer a mis suegros y punto- Philip me tomó la mano antes de estrecharla. Quería tranquilizarme.

-Bien. Espero que te cayesen bien- tomó un sorbo de su café.

-¿Puedes dejar de ser tan arrogante? No sé qué pretendes realmente, pero me estás cabreando- solté la mano de Philip para acercarme a mi padre que se me quedó mirando con atención.

-Señor. Antes de que me coja aún más manía e irrite más a su hija, le tengo que decir algo o más bien hacerle una pregunta. Al menos así tendrá verdaderos motivos- ambos miramos a Philip extrañados.

-Siéntate y dispara- tanto Philip como yo nos sentamos en el otro sofá.

-Verá, ambos somos de raíces italianas y sé lo importante que es este tema, así que le informo de que quiero casarme con su hija, por lo que le pido su mano formalmente.

-Dime la verdad joven, si te digo que no estoy de acuerdo, ¿que ocurriría?- Philip me miró.

-Lo cierto es que me daría igual señor. Tan sólo ella puede hacer que los planes se rompan- sonreí. A mi padre le había gustado su respuesta, pero tan orgulloso como era, al mirarme borró sus pensamientos y amargó más la expresión, si aún le era posible.

-Supongo que os quedaréis aquí esta noche, ¿no?

-Sí- respondí.

-Bien, pues sintiéndolo mucho, dormiréis en habitaciones distintas.

-¿Qué?- dije yo incrédula. Vale que fuera el primer chico con el que estaba, pero se estaba pasando de la raya -¿Por qué tenemos que dormir separados?

-Porque lo dice el que será tu anfitrión esta noche.

-Papá, no me jodas.

"Te dije que si me replicabas, también me divertiría a tu costa"- pensó.

-No llames crío a Philip. El único crío aquí eres tú- refunfuñé poniéndome en pie y pasando frente a Philip, que se me quedó mirando.

-Nena- me llamó. Mi padre también lo miró -¿A dónde vas?

-Estoy un poco cansada del viaje, voy a echarme un rato.

"No me dejes, me odia"- suplicó mentalmente. Sonreí divertida a la vez que compadeciéndolo.

-Tranquilo, aún no he conocido su faceta caníbal... Aunque después de lo del cigarro, no sé qué pensar- abrió los ojos como platos haciéndome reír -Es broma peque... Quizás si os dejo a solas y te conoce, deje de comportarse como un idiota. Que por cierto papi, no te pega- me sacó la lengua antes de que Philip lo mirase. Entonces volvió a su máscara de seriedad. Tenía ganas de engancharme a su cuello. Sabía que se cachondearía cruelmente de mi chico durante un buen rato, pero si los dejaba solos la tortura terminaría antes o al menos eso esperaba.

-Luego bajo. Mi habitación está arriba al final del pasillo, por si acaso necesitas que venga a bajarle los humos a mi padre- sonrió.

-Te tomo la palabra- me marché algo inquieta.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora