V

4.1K 72 2
                                    

Me enganché a su cuello, acercando mi cuerpo al suyo lo máximo posible. Sus manos descendieron hasta mi cintura y la rodearon con fuerza mientras yo tiraba de él hacia mí sin dejar de besarlo y comenzando una marcha atrás a ciegas. Mis piernas chocaron contra la cama haciendo que perdiera el equilibrio, pero Philip paró la caída con una mano, mientras con la sobrante me sostenía.
Me miró con extrañeza en la miranda, sin entender lo que estaba pasando. Coloqué la mano en su nuca para tirar nuevamente de él y poder besarlo. Primero me besó con inseguridad, pero luego se dejó llevar sin problemas mientras dejaba que mi espalda se apoyara en el colchón. Me besaba con aquella misma pasión que llevaba recordando desde hacía varios días y cada vez que mi mente tenía oportunidad.
Se detuvo y clavó su oscura mirada en mí.

-Megan... a qué...- negué con la cabeza obligándolo a callar. Me miraba con confusión.

No sabía que aquello costaría tanto.
No dije nada, tan solo tiré de él nuevamente haciendo que se echara conpletamente sobre mí.
En el continuo juego de nuestros labios, lo empujé hacia un lado y con un rápiro movimiento, quedé sobre él.
Mis labios besaron su cuello con dulzura, mordí el lóbulo de su oreja sin propósito de dañarlo, mientras notaba como su cuerpo se ponía rígido bajo el mío, por un momento incluso me dio la sensación de que aguantaba la respiración.
Busqué nuevamente sus labios pero sus dedos se interpusieron.

-Este juego comienza a llegar demasiado lejos- dijo prácticamente hiperventilando, antes de hacer el amago de levantarse, sin embargo, empujé su pecho desnudo hacia abajo.

-Es...- ahora la que aguantó la respiración, fui yo -Es lo que pretendo- dije aún con falta de oxígeno. Frunció el ceño -No me lo pongas tan difícil- tomé aire profundamente -Dijiste que esperarías... pues con esto finalizo tu espera.

Desaparecieron las arrugas que antes poblaban su frente. Cuando quiso decir algo, mis labios detuvieron cualquier palabra que estuviera dispuesta a salir.
Una de sus manos se posó en mi cabeza mientras con la otra rodeaba la parte baja de mi cintura, para poco después encontrarme nuevamente bajo él.
Sus ojos color chocolate reflejaban la luz de la lamparita de noche, pero aparte, tenían su brillo propio. Sus dedos rozaron mi mejilla.

-¿Estás segura?- no respondí. Como respuesta a mi silencio, me sonrió con dulzura y me dio un beso breve. Iba a quitarse de encima mía cuando lo sostuve del brazo.

-No es que no esté segura- dije en un hilo de voz.

Es que tengo miedo- terminé la frase en mis pensamientos.

Sonrió con más de aquella dulzura que solía mostrarme. Iba a decir algo, pero nuevamente, no se lo permití.
No intentó hablar más.
Con las yemas de los dedos, rozó cada curva de mi cuerpo, haciendo que éstas se estremecieran con el tacto.
Besó mi cuello, mis labios... mientras su mano descendía hasta mis caderas. Con un ligero movimiento, deshizo el lazo de la parte baja del biquini.

SECONDA:

Abrí los ojos y miré hacia la mesita de noche que tenía a mi izquierda. Sobre ella había un reloj digital y en su pantalla, en un verde luminoso, se veían los números 07:30. Aparté la mirada del reloj para clavarla en el techo.
Recordé todo lo ocurrido la noche anterior sin poder evitar que un extraño cosquilleo naciera en mi vientre y más de una sonrisa se escapara de mis labios.
Recordé cada mirada, cada risa de ambos cada vez que le arañaba la espalda, el dolor y el placer, los dos en uno hasta que lo segundo se fue haciendo cada vez más presente... Cada caricia, cada estremecimiento de mi cuerpo y el suyo...

-¿En qué piensas?- oí a mi lado. Me sobresalté antes de poder mirar a Philip que seguía con la cabeza apoyada en la almohada mientras me observaba con aquellos ojos color chocolate.
Sonreí con vergüenza y algo de picardía, antes de darme la vuelta sobre mí misma y clavar el rostro literalmente en la almohada. Oí la risa baja de Philip antes de notar movimiento en la cama, poco antes de que apartara el pelo de mi cuello para plasmar un beso delicado tras mi oreja. Lo miré sonriendo.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora