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Estuvimos allí sentados en el muro durante un buen rato, viendo pasar a otros visitantes o simples vecinos de la zona. También aprovechamos para comernos alguna que otra deliciosa tortita y para refrescarnos bebiendo de la botella de agua. Becky llegó un momento en el que decidió recordarnos que era una niña, tomó sus dos muñecos y se sentó en un banco de piedra algo alejado de nosotros a jugar, dándole rienda suelta a su imaginación. Mi tía en cambio, mantenía una tranquila conversación con nosotros.

El cielo cada vez estaba más poblado de blancas y pequeñas nubes.

-Así que estás embarazada-no era una pregunta. En su voz parecía reinar la seriedad y severidad, pero el brillo de su mirada mostraba más dulzura que nada.

Philip me tenía rodeada por sus brazos. Se encontraba sentado detras mía, con una pierna a cada lado del muro, por lo que yo podía acomodarme sin problemas también entre sus piernas.

-Sí-dije yo sintiendo como Philip comprimía levemente mis dedos entre los suyos.

-Tus padres lo saben, bueno, vuestros padres?-dijo suavizando el tono de su voz, pero sin mostrar ningún indicio en ella de buen humor. Creo que esa extraña reacción era algo así como lo que me esperaba de mis padres, pero en realidad agradezco que no dieran qué hacer con el tema.

-Sí-volví a decir-Mis padres, bueno, lo cierto es que se lo han tomado bastante bien dentro de lo que cabe.

-Supongo que al conocer al padre. Porque eres el padre, no?

-Sí!-respondió Philip rápidamente, haciéndome reír y provocando que Marinella al fin sonriera-Sí, soy el padre-dijo ahora retomando un tono tranquilo de voz-No sé si yo tuve que ver en su reacción, pero vamos, que si fue así no me desagrada la idea-mi tía volvió a sonreír.

-Tus padres?-dijo sólo mi tía

-Bueno... Mi padre y mi hermana están encantados-dijo Philip mezclando sentimientos al decir la frase, tanto buenos como malos-Mi madre no tanto-dijo tras una breve pausa.

-La madre, simplemente no quiere que lo tenga-dije con voz serena, lo que me sorprendió al estar en realidad rabiando por haber recordado su amenaza, en la que me decía que no sabía con quién me estaba metiendo. Philip volvió a estrechar mis dedos en un gesto reconfortante.

-Pero bueno, creo que tengo edad suficiente para saber lo que quiero-Philip sonó muy convencido y tan o más sereno que yo.

-Pero ese no es el caso de mi sobrina, no crees Philip?-y de repente, con aquellas palabras, el castillo de naipes pareció caer. Philip, por algún motivo que desconozco, se alarmó y se tensó con su pecho pegado aún a mi espalda. Mi tía lo escrutaba en silencio.

-Tía-la llamé, por lo que posó ahora su mirada en mí-Voy a tenerlo. Quiero tenerlo-por qué me parecía más estar saliendo en ayuda de Philip que ninguna otra cosa? Creo que porque así era, estaba más convencida de haber sonado convincente, que de lo convincente que en realidad eran mis palabras.

-Y por qué quieres Megana? Eres muy joven, cariño-ahora sonaba dulce. Con su voz, parecía querer domar a una fiera con tacto de terciopelo. Mi tía miró a Philip haciendo que me preguntara a mí misma, si ella también era consciente de la rapidez con la que su corazón tamborileaba en su pecho.

-Siempre he tenido una idea de qué me gustaría en mi vida, pero nunca he planeado nada... Con esto no pierdo nada, al contrario... Gano demasiado-aquello por lo menos a mí me convencía. Ahora fui yo la que estrechó los dedos de mi chico intentando tranquilizarlo y en parte por necesidad.

Me detuve un instante a pensar. Fue casi involuntario, de esas veces que desconectas y el mundo parece desconectar contigo.

Demasiadas veces has dejado que las palabras de otros pongan en duda tu propia decisión-comencé a decirme mentalmente-Vendría bien, comenzar a buscar los motivos suficientes para creerte tú misma que quieres tener a tu hijo o por culpa de toda clase de comentarios... Por toda esa clase de comentarios, estarás dudando hasta el día de su nacimiento, si realmente lo quieres o no.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora