II

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Marcello nos comentó que varias agencias publicitarias requerían nuestra imagen y que varias amigas suyas, buenas diseñadoras de moda, nos querían para hacer el desfile de otoño que tendría lugar en Milán. A Philip le maravilló la idea, a mí la verdad es que no tanto, pero no le maté la ilusión, tendríamos tiempo de hablar.

-¿Y por qué tanto interés en el desfile, Philip?- tomé un sorbo de mi zumo de naranja antes de centrar mi mirada en el interior de mi bolso en busca del móvil. Yo ya me sabía la respuesta a aquella pregunta. Si retrocedes un poco en la historia, recordarás que antes de venir a Londres, Philip estaba preocupado por la campaña de otoño y al anular el contrato, naturalmente no podría participar.

Ya sabrás cuál era la personalidad de Philip, buena persona, risueño, cariñoso... alegre... Normalmente alguien alegre elegiría como su estación preferida la primavera o el verano, sin embargo él prefería el otoño, decía que si tenía que elegir una imagen paisajística, elegiría la de un bosque caducifolio, en especial uno de Canadá.

Las menos diez- pensé mirando los números digitales -No me va a dar tiempo.

-Chicos, luego nos vemos a la hora de comer- dije metiendo el móvil en el bolso nuevamente antes de bajar del taburete.

Le di dos besos a Marcello. Tras besar fugazmente sus labios, Philip me tomó del brazo y se me quedó mirando fijamente.

-¿Qué?- pregunté.

-Veamos, primer punto, en caso de que te dejara ir, ¿ese es el beso con el que me despedirías? Y segundo, ¿en serio piensas que te haré andar hasta el Hyde Park? Además- miró la hora en su móvil -No te daría tiempo- sonreí divertida -¿Me esperas aquí o vienes?- le preguntó a Marcello mientras cogía su móvil y lo guardaba en el bolsillo de sus pantalones.

-Yo con mi sobrino al fin del mundo- reí. A un hombre como él no le pegaba hacer gestos tontos o decir cosas del mismo estilo.

*

Siendo tan grande aquella ciudad y aún así se veía abarrotada de gente.

Doblamos la última esquina antes de dar con la amplia avenida del Hyde Park. Aún eran menos tres, pero ella ya estaba allí, enfundada en un sencillo pero bonito vestido estampado con lo que de lejos parecían lunares verdes y azules. Sus labios de un rojo cereza y sus cabellos recogidos en una cola ondulada. Por otro lado, su piel levemente bronceada destacaba notablemente con aquellos tacones blancos, los cuales tenían una pequeña abertura en la parte delantera.

-Luego te llamo y os recojo en donde estéis, ¿vale?- me dijo Philip poniendo los intermitentes antes de mirarme. Me incliné hacia él en busca de sus labios. El beso fue corto, pero tan dulce como la mirada que  me dedicó justo después.

Al sacar el pie del coche y tomar impulso para salir por completo, el tacón se coló entre la rejilla de una alcantarilla haciéndome perder el equilibrio. Tanto Philip como Sophie se lanzaron en mi ayuda, él prácticamente tumbándose sobre el asiento del copiloto para llegar a mí y ella dando largas zancadas que también terminaron en tropiezo. Por suerte caí hacia atrás sentándome nuevamente en el asiento, sintiendo la mano de Philip en mi espalda y teniendo que amortiguar el tropiezo de Sophie con las manos. Una vez no hubo más movimiento, la chica me miraba con cara de asustada y al voltear mi rostro para ver el de mi novio, pude ver que él estaba igual, lo que me hizo comenzar a reír a carcajadas. Al principio ambos me miraron como queriéndome decir, "¡¿Y te ríes?!", de hecho lo pensaron, lo que empeoró mi grado de diversión, cosa que a su vez terminó provocando que los tres presentes me acompañaran.

-Llego a fracturarme la rodilla otra vez y te doy con el zapato en la cabeza hasta que lleguemos al hospital- reí entre dientes.

-Estás loca- me dijo Philip, al que le saqué la lengua como respuesta.
Esta vez tuve más cuidado al bajar, pero no fiándose, Sophie me ayudó. Nos despedimos de los chicos y al mirarnos con seriedad, comenzamos a reír una vez más.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora