Introducción

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A pesar de no detener mi ojo en muchas cosas, no podía dejar de ver al castaño de reojo.
Los jueves yo los llamaba "el día marrón"
ya que, en las tardes de este dya, mi visión se perdía en las variaciones de este color; y, a pesar de que mi entorno se encontraba repleto de él, yo elegía perderme en el que llevaba Simón.
En la escuela me llamarían Gabriel, si me viesen sentado en el primer banco de la fila de la puerta.
Aunque piensen que me observan, sólo pasan de largo, y estar allí es aburrido, pero me trae ventajas. Cuando todos atienden a las consignas de los profesores, yo los dibujo como realmente son: marionetas de un director con una caja en vez de cerebro.
Tal vez mi odio hacia el ser humano sea para no admitir el disgusto que tengo hacia mí mismo, o tal vez tenga razones que no recuerde ahora.
Encerrado, alrededor de 20 personas "normales", con intereses vanales y una gran sed de irse, me tienen a mí, con una gran pasión por lo que ellos toman como "desempleo asegurado".
Ellos no saben
que en un pedazo de hoja
yo puedo inventar otro final
y en la esquina de una hoja escribo:
"Quisiera que la manzana
no me envenenara por querer ser libre.
Mi formato de amor
tambien merece un lugarcito en el mundo"
pero acá no puedo desatar a la bestia
porque esta no está en caza de una "leona"
más bien
quedó encantado
de un dragón con uniforme y capucha
ellos lo conocen como "Simón."
GABRIEL:

"GABRIEL:

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SIMÓN:

SIMÓN:

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