La Estación

Capítulo 30

SIMÓN
02:30 am

Con un par de shots encima, le pregunté al pelinegro a mi lado:

- ¿Verdad o shot? -expresé, al borde de la risa.

-Solamente porque me sorprende que estés perdiendo y me das lástima, shot. -dijo sirviendose un shot de vodka.

Luego de tomarlo con cara de asco, le tocaba preguntar.

-¿Verdad o shot, Leónidas? -dijo, levantando las cejas.

Tal vez rendido, tal vez con busca de retos, pero el alcohol me tenía cedado.

-Verdad.

-¿Me mentiste alguna vez? -preguntó curioso Gabi mientras me servían un shot.

Puse la mano encima de este y moviendo mi cabeza en forma de negación, le dije:

-La noche anterior, si vino tu mamá a la habitación. Pero no tuvo ningún problema.

Me dijo que no te avisara y lo único que sabe es que somos amigos. -dije algo apenado por lo último.

-Mira si seran forros ustedes. -dijo achinando los ojos.

-Sos tierno cuando ponés esa cara. -le dije tocando su cachete con mi índice.

-Pensé que era tierno todo el tiempo, pero si vos decis.

Lo tomé de la cara y, a centímetros de la mía, mirandolo fijamente, le dije:

-Primero, tenes los ojos más lindos del mundo, y segundo, ¿No viste por qué hice todo esto? -dijo casi decepcionado- Gabi, lo único que busco es que no seas reservado por una noche y aunque estén mis viejos abajo y mi hermana,
te den igual y...- el pelinegro comenzó a besarme. Y a diferencia de lo habitual, el beso tenía todo menos tranquilidad.
Y eso era lo que buscaba.
Me recosté sobre la cama y, una vez que su cuerpo estaba sobre mí, le dije.

-Gabi -le digo pareciendo estar arrepintiendome de lo que estabamos haciendo, pero en realidad esa no era la cuestión.

-¿Que pasa? -dijo alejandose, y tiernamente preocupado.

-Yo, em...no creo estar listo para esto. Además no quiero que, ya sabés, esto sea así nomás. Es la primera vez para ambos y, me gustaría estar consciente de lo que te gusta y todo eso que los pakis no hacen. -le dije y nos reímos.

-Está bien, Leónidas. Perdiste y ganaste a la vez. Lo "bi" encaja muy bien con vos. -dijo Gabi mientras se acomodaba a mi lado.

-¿Y quedarnos asi? -dijo, mientras buscaba arropo en mis brazos. Asiento como respuesta, cerrando los ojos.

-Sos muy especial Torres, ¿Sabías? -dije casi inconsciente.

-Y vos no te quedás atrás, Leónidas. expresó acomodándose sobre mi pecho.
Luego de unos minutos, solté:

-Perdón por cortar el momento tierno, pero tengo una borrachera para compartir -comencé a reírme de la situación y de mi propia voz lenta y con poca modulación.

-Ya lo sé, por eso vas a dormir.

-¿Dormir? Pero no...- expresé hasta que el pelinegro me interrumpió.

-No hay peros ahora Simón, el juego lo elijo yo. Además perdiste; tu castigo es dormir.

Y despues de un rato, me quedé dormido, sumiso ante su mandato; porque si bien no me rindo ante nadie, la musa es aquello que pone a un
artista de rodillas.