Capítulo 33

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Narra Miriam

—¡Hola chicos!— nos saluda una voz mediante el micrófono de la academia, cuando la mayoría empezamos a merendar.

—¡Hola!— respondemos todos a excepción de Agoney, que está en alguna sala,  Raoul y Alfred, que se encuentran en el sofá.

—¿Podéis ir un momento a los sofás? Por favor. — pide, a lo que asentimos y dejamos lo que estamos haciendo para ir dónde nos indica.

—Esto es un poco extraño. — murmura Aitana levantándose de la silla para ir al sofá.

—Buah tío, se me bajó la tensión. — dice Agoney llegando al sofá, en el cual me encuentro sentada junto a Raoul — Estaba en el piano y pegué un brinco... Te lo juro, estaba tan concentrado. Me duele la cabeza ahora de los nervios. — murmura poniéndose frente al sofá — Chicos, tengo una buena noticia.  He recuperado el falcete. — dice, haciendo esa voz.

—¿Qué es eso?— pregunta Roi, viendo cómo traen un sobre, sin prestarle atención a Agoney.

—¿Para nosotros?—pregunta la menor del grupo.

—Para los concursantes de OT 2017. — lee Nerea.

La catalana toma el sobre y se pone de pie, alejándose un poco del grupo para leer en alto:

— Sábado nueve, firma de discos. Recordad que es al aire libre y hace frío, abrigaos. — tal y como nos anunció Roberto en la gala el sábado tendremos la firma, cosa que fue muy graciosa en el momento ya que Roi se rayó al no entender cómo íbamos hacer para estar en tantos sitios tan alejados el mismo día —Madrid: Agoney, Amaia, Mimi, Roi. Despertar a las cuatro cuarenta y cinco. Salida de la academia a las cinco y media. —dice Nerea recibiendo un grito de alegría por parte del gallego y Mimi, haciéndome imposible no mirarles, no mirarla.

En mi cuerpo se apoderan unas ganas terribles de abrazarla y llenarle la cara de besos, pero no puedo. Y todo por mí culpa, por no hacer las cosas bien, por pensar tanto las cosas y no hacer lo que verdaderamente quiero.

Desde la discusión después del chat, donde parece que dejamos lo que sea que teníamos, no solo por lo que dijo Mimi y por la forma en la que me miró, que prefiero no recordarlo porque es pensarlo y largarme a llorar, sino porque ahora nos tratamos como simples amigas, sin pactarlo con palabras pero lo entendí esa misma mañana. Y aunque por un lado lo agradezco, agradezco que no me haya dejado de hablar, que alguna que otra vez compartamos alguna risa, no puedo evitar que me me duela; me duele no poder abrazarla cuando se me dé la gana, y llenarla de besos, porque eso es otra cosa que Mimi sin decirlo dió a entender; nada de gestos cariñosos.
Me duele no poder dormir con ella, no contarle mi día abrazadas mientras juega con mis rizos.

Me duele no tenerla como quiero.

Y lo peor es que la única que debe moverse para solucionarlo soy yo. ¿Pero cómo? Con sólo pedirle perdón no basta, me mandaría a la mierda.

—Valencia; Aitana, Ana Guerra y Miriam. Despertad a las seis, salida de la academia a las siete. — dice Nerea sacándome de mis pensamientos. Choco mi mano con la de Ana, y Nerea termina de leer la carta:— Barcelona: Alfred, Cepeda, Nerea y Raoul. Despertad a las ocho y media, y salida de la academia a las nueve y media.


                                   ***


Me meto en cama luego de estar hablando por media hora con mis compañeros de academia sobre la firma, preguntándonos si nuestros familiares podrán ir, si irá gente o seremos sólo nosotros y nuestros familiares.

Sí, media hora sólo.

Como tenemos que madrugar más de lo normal cortamos la charla rápido, aunque ha sido muy difícil porque estamos muy nerviosos por lo que  pueda llegar a pasar dentro de unas horas.

Nunca Dejes de Cantar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora