Capítulo 40

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Narra Miriam

No puede ser verdad, debo estar viendo mal.

—¿No vas a venir a abrazarme?— pregunta el chico.

Pues mira, no. No me da la gana.

Tras no recibir respuesta, siento los ojos incriminatorios de mi familia sobre mí.

De mala gana, me levanto de la silla y él se acerca a mí dándome  un brazo.

—Te he echado de menos. — susurra en medio del abrazo. 

Sin querer alargar más el abrazo, me separo del cuerpo de Pablo, sonriéndole leve.

— Voy a salir a dar una vuelta con Yaco.

— Acaba de llegar el chico, quédate un rato con él, que seguro lo has echado mucho de menos.—  suelta mí tío.

¿Pero está gente no se enteró que tengo unos cuernos que no paso por la puerta?

¿No se han enterado que lo hemos dejado?

— Quiero que me de un poco el aire, llevo mucho tiempo encerrada.— digo, para luego empezar andar en dirección a la puerta.

—¿Quieres que te acompañe?—  pregunta Pablo.

—No hace falta, gracias. — niego y me pongo el abrigo, para luego salir de la casa.

Cojo la correa de Yaco y se la colocó para luego empezar andar con él.

Luego de meses, volvimos a hacer nuestro recorrido.

Aunque hoy no será tan largo y sólo será caminando, para el disgusto del animal de cuatro patas.

Camino tomando la correa con fuerza intentando que Yaco entienda el ritmo al que iremos en el paseo. Por suerte tengo un perro muy listo y no tarda más que dos minutos en entenderlo. Ambos, uno al lado del otro, observamos el paisaje; las plantas, los árboles, el verde. 

Doy una gran bocanada de aire, cómo si eso sirviese para despejar mi cerebro.

¿Cómo puede ser que no he echado de menos a Pablo en este tiempo?

Antes lo echaba de menos cuando no nos veíamos por un par de días, y ahora que no lo veo hace meses, no, o por lo menos no tanto.

Es que claro, todo cambió. Poniendo a un lado a Mimi, porque claro que forma gran parte del cambio, pero ella no es lo principal. Todo cambió antes de entrar a OT, justo en el momento en el que me enteré que él me fue infiel. Desde ese día algo se rompió, algo muy importante;  la confianza. Él en vez de ir de frente decidió ir por atrás, mentirme. 

Nosotros no sólo éramos pareja, éramos amigos, nos contábamos todo, nuestra  confiesa por el otro era ciega. Pero decidió mentirme en vez de hablar.

Quizás si lo hubiera hecho, las cosas hoy en día fueran diferentes. Hoy  seguiría confiando en él de la misma manera que lo hacía cuando tenía dieciséis.  

Pero hoy la situación es diferente y me chocó verlo, no me esperaba para nada encontrarme con él. Lo único que sé, es que quizás hoy no podremos ser los mismos de siempre, que hay algo que se rompió, pero sé que con el tiempo se reconstruirá. Se armará diferente, dejando ver las grietas, pero se armará. Porque Pablo es una buena persona, eso me lo demostró a lo largo de los años, por más de que haya hecho lo que hizo. Sé que con el tiempo volveremos a ser muy buenos amigos.

— Miriam. —  llaman a mis espaldas.

—¿Paso algo?—  me giro y veo como el chico da un par de zancadas para llegar a  mí

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