Capítulo 26

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Narra Miriam

— Ven un segundo. — no me da tiempo ni a contestar que Mimi ya me está arrastrando al otro lado de la habitación —  Hoy no me has dao' ningún besito. — pone morritos, a lo que suelto una risa irónica.

—Y ninguno te voy a dar. — digo cruzándome de brazos frente a ella, a lo que ella reacciona frunciendo el ceño.

¿En serio se va hacer la tonta?

— ¿Cómo?

—Te pido por favor que no te hagas la tonta.

—No me estoy haciendo la tonta. — niega la granadina, apoyando su espalda en la pared.

—Miriam, por favor.

—Como me pone que me llamas  Miriam. — confiesa con una sonrisa pícara por lo que yo bufo, escondiendo la sonrisa que quiere salir, ya que se supone que estoy enfadada.

—Mimi, joder, que no estoy de broma.
— digo desviando mi mirada de la suya.

—Vale. —  dice y hace un gesto que no logro entender hasta que vuelve hablar— Me acabo de acordar de algo que quiera preguntarte.

— ¿Qué cosa?

—¿A qué vino ese comentario antes de irte de la sala después de mi clase con Vicky? — pregunta la granadina.

—¿Cómo que a qué vino?  solo estaba diciendo la verdad.  — contesto, inclinado un poco mi cabeza a un lado.

—Pues que sepas que no, tu opinión me importa, y mucho. — asegura Mimi con su rostro totalmente serio.

—Ya, ahora de golpe y con las palabras  porque después... — murmuro mirando al suelo.

—¿Qué quieres decir, Miriam?—  pregunta tomando con suavidad  mi mentón para que la mire, contacto que rechazo.

—Joder, que llevas todo el día pegada al culo de Ana y pasando de mí, que lo entiendo, pero no puedo evitar que un poco me joda. Y luego decirme que querías dormir sola para despertarme y ver que estabas durmiendo con ella. No hacía falta que me mientas, ¿sabes? me lo podrías haber dicho y yo lo entendía. — suelto mirando a sus ojos verdes, provocando que ella me mire con confusión para pasar a explicarse.

—No te mentí, lo que pasó fu- — intenta hablar paro la freno.

—Mira, ya da igual. También me jode que estés rara y no hables ¿No te acuerdas de lo que me prometiste? — pregunto recordando nuestra charla  en la terraza.

Ella se queda callada, no habla, sólo me mira con sus ojos tristes.

— No vas a hablar, ¿no?— digo luego de unos cuantos segundos — Vale, pues, buenas noches. —  doy media vuelta y me voy a la cama de Agoney, dónde se encuentran él y Mireya.

Después de media hora, decido irme a acostar. Necesito un milagro para poder dormir, más con la cantidad de agua que está cayendo.

                                 ***


—Madre mía, pero esto encogió ¿Qué la pasa?—  suelto al ver mis tenis más chicos y doblados luego de lavarlos.

—¿El qué?— pregunta Mireya desde los lavabos.

—Los tenis. — respondo para proceder a ponermelos —Ay, ay, que no me entran.

—Mentira. Broma, broma. — dice Mireya a medida que se acerca a mi.

—Me encogieron muchísimo. — digo mientras que la malagueña toma uno y lo muestra a una cámara.

—El tenis de Miriam. — dice marcando con su dedo la curvatura del tenis —  Para hacer surf viene muy bien  — bromea.

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