Capítulo 16

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Narra Miriam

Luego de un largo rato de caminar de una mesa a otra, decido volver a entrar en la habitación, con mi botella llena, aunque lo que menos tengo es sed.

Nada más abrir la puerta hago un barrido visual.

No sé si es bueno o malo, pero el tumulto de gente se disolvió, quedando solo cuatro personas: Nerea, Aitana, Mireya y Amaia, la diferencia es que están en la cama de la última y no en la cama de Roi.

Respiro hondo y camino, sin mirar a nadie, en dirección a mi cama, o más bien nuestra cama, porque, como bien dijo a Amaia, duermo con la granadina en mi litera, dando por olvidada la posibilidad de dormir separadas y la existencia de su cama.

No sé ni siquiera porqué me sorprende no ver al cuerpo de Mimi sobre el colchón.

Quizás suene un poco egoísta, pero tenía la pequeña esperanza de que no se lo tomara mal o no le afectara mi actitud ante lo que dijo Amaia. Pero no, eso no sucedió.

La granadina se encuentra acostada dándole la espalda a mí cama, mirando en dirección a la pared.

Cosa que entiendo, pero no puedo evitar que me duela.

Decido dejar de mirar a Mimi, bueno la melena de Mimi, y con una sonrisa apenada me meto en cama.

¡Joder! ¿Por qué soy tan cobarde?

Porque es lo que soy; cobarde y estúpida.

Estúpida, tonta y demás sinónimos.

Estúpida por no saber aprovechar la oportunidad que me dió Amaia para aclarar las dudas a mis compañeros, que más de una vez sentí su mirada curiosa al despertarme junto a Mimi. En definitiva, por no aprovechar la situación para dejar de mentirles.

Tonta por no pensar en Mimi. Por no pensar en cómo se podría sentir ella, en cómo se lo podría tomar. Porque lo que hice fue negar la existencia de algo que me hace muy bien. Demasiado bien.

Ya sin poder resistir se me escapa la primera lágrima, que rápidamente se convierte en llanto. Un llanto reprimido, ya que intento ser lo más silenciosa posible para que nadie me escuche y se preocupe.

Respiro intentando calmarme, porque a este paso inundo toda la habitación.

Habré tardado media hora en lograr tranquilizarme para poder cerrar los ojos intentando dormir.

Pero no puedo, me falta algo, me falta ella.

Que vale ¿Que dormí casi toda mi vida sin ella? Sí. ¿Qué ahora que sé cómo es dormir con ella no puedo dormir tranquila sin sentirla cerca? también.

Me faltan sus brazos alrededor de mi cuerpo, su cabeza encima de mi pecho, la paz que me transmite su respiración, me falta su beso de buenas noches; me falta todo.

¿Quizás solo esté exagerando y cuando me despierte la granadina esté igual que siempre? Ojalá que sea así y solo esté exagerando.

- ¿Amiga, estás despierta? - me susurra Agoney poniendo una rodilla en la cama para verme, ya que estoy de espaldas mirando a la pared.

Al girarme y ver mi rostro no duda en meterse conmigo en cama, a lo yo pongo mi cara en su pecho y lo abrazo como si mi vida dependiera de ello, mientras que él me acaricia la espalda.

Si no fuera por Agoney no podía haber dormido más de dos horas.







***






No, Mimi no está igual que siempre, claramente está enfadada.

Al despertar, me saludó por mera educación con dos besos cordiales cuando se cruzó conmigo en los armarios.

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