Capítulo 18

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Narra Mimi

— Mimi. — me llama Miriam intentando despertarme,  dejando besos por mis mejillas — Mimii. — dice la gallega repitiendo la misma acción.

—No quiero. — ronroneo pegándome  a su cuerpo sin abrir los ojos, a lo que ella suelta una risa.

— Va, Mimi, que se hace tarde. — dice Miriam separándose de mi cuerpo, logrando pasar por encima mío poniéndose de pie en el pasillo, a lo que yo gruño y manoteo a mis espalda en su dirección, intentado tomar su brazo para que vuelva a la cama.

— Miriam... — me quejo dándome la vuelta, poniéndole ojos de cachorro indefenso.

— Jobá, no me mires así. — pide, a la vez que se inclina para dejarme un beso en la mejilla, pero soy más rápida y muevo mi rostro, haciendo que ese beso se convierta en un pico— Va, Mimita, levanta. — dice, y yo sonrío ante el mote, excesivamente cursi para lo que es  Míriam.

Miriam es cariñosa, la mayoría de las veces, pero no con palabras, de  hecho le da repelús cuando la llaman "amor" y ese tipo de motes, cosa que con Ana aprendimos de primera mano. Aunque en el fondo sé que le gusta que la llame así pero intenta hacerse  la dura.

La gallega  intenta echarse a la fuga, pero antes de que pueda avanzar más de dos pasos, salgo como resorte de la cama y la abrazo por la espalda.

— Pues me gusta "Mimita", dímelo más. — susurro en su oído, dejándole un beso en la base del cuello.

— Buenos días, ¿Ya estáis pegadas como lapas? —  dice en tono de broma Ricky.  

— Buenos días. — decide ignorar lo segundo Miriam.

— Maricón, no molestes. —  digo con pesadez fingida, robándole una carcajada a Miriam

— No, si a mi me encanta veros así, sólo que no tan temprano. — confiesa el mallorquín.

A la que se ve que no le gusta es a Ana, que al vernos abrazadas se le cambia la cara y nos mira mal antes de salir de la habitación.

Seguro que no es por nosotras sino por otra cosa o debo estar  imaginado. Seguro.

Lo que sí no imaginé fue que Ana no pronunció palabra ni un ápice de emoción ayer por la noche cuando Miriam confirmó lo nuestro. Y casi ni hablo en lo que quedó de noche, cosa que me pareció raro, pero decidí  ignorarlo. Pero ahora con la mirada que nos echó y esto, van dos cosas que me llaman la atención.

¿Quizás solo esté malinterpretado todo, no?

— Mimi, caminas o me sueltas, porque sino no llegamos a clase de Magalí. — me trae al mundo Miriam.

Me decido por la opción de soltarla, no sin antes darle un beso en la  mandíbula, dejando que se adelante y salga antes de la habitación.

                          

                        
                             ***

Suena el timbre que da por terminada la clase grupal de los Javis, en la que tuvimos que interpretar un personaje inventado por nosotros y hacer una escena con un compañero, en mi caso con Cepeda. La verdad es que todas estuvieron muy bien y sacaron muchas risas, pero la de Ana y Miriam fue, por lejos, la mejor.  

Los Javis recogen sus cosas y nos saludan, a la vez que sube Pol, nuestro profesor de bailes de salón.

Mientras esperamos a que algunos vuelvan del baño, los que estamos en la sala de ensayos saludamos a Pol.

Nunca Dejes de Cantar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora