Capítulo 39

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Narra Miriam

— ¿Estás nerviosa  por volver a casa?
— me pregunta Mimi al notarme algo inquieta, a la vez que se acomoda bien en su lado de la cama.

Hace apenas unas horas que nos han informado que pasaremos nochebuena en nuestras casas. Aunque son sólo unas horas, el veinticinco tarde-noche estaremos de vuelta en la academia para ver la gala de navidad.

—Sí, un poco. 

— ¿Por qué, amor?— aprieta los labios y cierra los ojos, esperando la bronca por el mote.

—Mimi...

—Perdón, se me ha escapao. — ríe la granadina y coloca una mano en mi cadera, mientras espera la respuesta a su pregunta.

—Me da como vértigo volver a casa sólo por unas horas. — confieso —Va a ser raro porque no podremos estar con el móvil.

—Poder, podemos. — me interrumpe Mimi —Yo voy a estar con el móvil, quiero hablar con mis amigas y preguntarles cómo están. Lo que nos recomendaron es no entrar en las redes, y eso lo voy a cumplir. — dice, haciendo una pausa para luego hablar con una sonrisa en su rostro:— Además ¿cómo te digo  feliz navidad sino? 

Sonrío al escucharla, sacando de mi mente todas las ideas de que puede llegar a pasar cuando llegue a mi casa. 

Cada día me sorprendo más con lo que Mimi provoca en mí. Al principio me daba miedo, pero ahora siento que no podría vivir sin eso. Sin lo que Mimi provoca en mí.

Ella tiene el poder de con sólo mirarme sacarme todas  las preocupaciones de la mente.  

Con sólo decir una palabra logra hacerme reír.

Con sólo rozarme provoca que una corriente eléctrica recorra mi cuerpo.  

Nunca lo había sentido, ni siquiera por Pablo, que estaba segura era la persona de mi vida y que lo amaba completamente. 

Que ingenua era creyendo que eso era estar enamorada. Y qué feliz soy ahora.    

Viéndolo desde otra perspectiva, Pablo, sin saberlo me ayudó poniéndome los cuernos, por muy loco que parezca. Me despegó de él  de la mejor manera, sin yo tener que esforzarme, dejándome vía libre para enamorarme de Mimi. Porque eso es lo que  estoy: enamorada de Mimi.

— Eres...eres increíble.— suelto, a lo que ella sonríe.

—¿Y eso es bueno o malo?— eleva las cejas la granadina. 

— Bueno, bueno.— contesto con rapidez.

—Pues me alegro entonces. — sonríe y se acomoda mejor en la cama.

— A ver, quédate quieta.— digo, poniendo una mano sobre su hombro.

La luz que entra por la pequeña ventana de la habitación le está dando justo en el rostro, permitiéndome así ver todas sus facciones a la perfección. 

—¿Para?— frunce el ceño Mimi.

— Para que pueda mirarte y hacerme una foto mental de tu cara. — explico, pasando mi mano que está en su hombro a su rostro, para así retirar un mechón de pelo de él. 

—Así vas practicando. —  susurra Mimi, haciendo referencia a su nominación y a la posibilidad de que pueda irse la próxima semana.

—Mimi...

—Es una posibilidad. — se encoge de hombros. 

— Pero yo no quiero pensarla. — digo colocando mi frente en la suya.

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