Capítulo 2

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Narra Miriam

Me desperté antes de que la música comience a sonar. Es raro en mí despertarme antes de la alarma, pero tengo tantas ganas de empezar a estudiar, aprender y trabajar la canción que me den, que desperté antes.

Salgo del baño y me encuentro a Mimi, no dudo en abrazarla.

—Buen día. — digo antes de darle un beso en la mejilla.

—Buen día, ¿vamos a desayunar? —propone, tendiendome la mano con una sonrisa, donde puedo ver sus hoyuelos.

— Vamos. — le doy la mano.

Llegamos a la cocina y Mimi va directa a los aguacates.

— ¿Quieres la mitad? — pregunta feliz.

— Vale. Voy apuntarme eso de que los aguacates te hacen feliz. — digo divertida.

—¿A quién no le hace feliz los aguacates? Si son lo mejor que existe. — dice con toda la seguridad del mundo.

— Bueno... a mí ni fu ni fa.— lo digo para picarla.

— Miriam Rodríguez, ya no eres mi amiga. — dice seria y con cara de enfado.

— Pero no te enfades. — pido, mientras me tiro abrazarla y le lleno la cara de besos.

— No me enfado si me friegas el plato y la taza.

— Serás lista. — digo mientras me separo de ella, para sentarme con mi desayuno.

— No me has contestado. — dice antes de darle un mordisco a su tostada.

— Valee, y ahora como no estás enfadada conmigo me siento junto a ti. —  contesto, dándole un beso en la mejilla.

El desayuno transcurrió tranquilo, hablamos de con quién nos gustaría cantar, de cómo dormimos, como nos sentimos en la gala de ayer, lo lo majo que es Roberto, y de Joao y Mario. Lo único malo fue que Mimi se hacía la enfadada conmigo.

Llega el turno de fregar y Mimi me da su plato y su taza, con una sonrisa burlona.

—No te pongas chula, eh. — digo, me pongo a fregar sus cosas, mientras ella me observaba victoriosa.

Termino y me da un abrazo y un beso en la mejilla.

—¿Ya se te pasó el enfado?— le pregunto en el abrazo.

— Sí. —  dice con voz de bebé que me hace sonreí y le doy beso de los míos, un beso de abuela.

— Yo también quiero. — pide Nerea, acercándose a nosotras.

— No. — contesta Mimi cogiéndome de la cintura llevándome al sofá.

—Para, Mimi, que nos matamos. — digo entre risas.

— Miriam no es sólo tu amiga Mimi,  también es la mía. — escucho que dice Nerea desde la cocina.

— Valee. —  dice la granadina resignada, soltando su agarre de mi cintura.

— ¡Vaya dos!— digo alejándome de la bailarina yendo en dirección a Nerea a darle su beso, el cual acepta gustosa.

—Listo, ¿todos felices? — pregunto, intercalando la mirada entre las dos.

—¡Sii! —grita Nerea.

—No — dice Mimi, provocando la  risa de las tres.




                                 ***

Estamos sentados en las escaleras de la sala de ensayo esperando a que Manu y Noe lleguen para darnos las canciones de la gala.

Nunca Dejes de Cantar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora